El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Cajete inciso con cánido | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Cajete inciso con cánido

Cultura Totonaca
Región Costa del Golfo
Período Posclásico
Año 900-1521 d.C.
Período 9 Posclásico
Año 900-1521 d.C.
Técnica

Barro modelado, pintado e inciso

Medidas 7.7   x 12  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1249
Investigador

Esta pequeña vasijita muy posiblemente era usada por personas importantes de la nobleza totonaca de Cerro Montoso, como se le conoce ahora al sitio que ocuparon los totonacos, en el estado de Veracruz, en la zona fronteriza con la Huasteca. A veces las fronteras son zonas de transición donde se hace difícil la identificación de los creadores de los objetos que no fueron encontrados en su lugar de origen. Sin embargo, atributos distintivos de la cerámica huaxteca, y que la hacen inconfundible del resto de la producida en Mesoamérica, son sus formas esculturales femeninas y zoomorfas, en un estilo de decoración con pintura café sobre fondo crema, cualidades que la identifican con un estilo típicamente huasteco.

En la región costera de Veracruz, del centro a la región norte, son comunes este tipo de vasijas como la que se muestra en la imagen; cajetes con y sin soportes, que llevan un baño de engobe anaranjado y figuras incisas en sus paredes exteriores y que generalmente son zoomorfas.

Hay un mito, sobre la fundación del pueblo totonaco que dice que al inicio del tiempo, vivía en el monte un señor solo con su perrito. El hombre se iba a trabajar al campo para cultivar el maíz. Cuando regresaba se encontraba su casa limpia y la comida recién hecha. Así pasaron los días y el hombre seguía intrigado con lo que pasaba mientras él se iba a trabajar. Un día regresó del campo y, a escondidas, se asomó para ver quien cocinaba y limpiaba su casa. Descubrió que del perrito salía una mujer y dejaba el pellejo del perro en el suelo. El hombre saltó y quemó el pellejo para que no se fuera la mujer. Desde entonces se empezaron a poblar las tierras del Totonacapan.

En esta vasija están representados tres cánidos sin pelo en las paredes exteriores. En medio de dos de ellos, está un círculo concéntrico que puede estar asociado al número uno, pues es una convención extendida entre los pueblos mesoamericanos para indicar el número de día. Quizá este número asociado con el perro aluda a este mito fundacional de los totonacos.

Los cánidos están representados de perfil, por ello, sólo representan dos patas, una oreja y la cola. De los dientes, el artista que realizó las incisiones en la vasija, recurrió a una convención mesoamericana muy común que radica en representar al mismo tiempo dos planos que no serían vistos en la realidad, pero que se ponen en el mismo plano, en este caso, con el objeto de mostrar las vistas posterior y anterior de los dientes. Se recurre a esta estrategia para enfatizar algún rasgo o una característica particular de lo que se quiere representar, para dejar más clara su identificación.

Su decoración y su buen estado de conservación indican que se trata de una vasija suntuaria empleada en alguna ceremonia importante de la nobleza totonaca para contener algún alimento. Es decir, no se trata de una vasija decorativa, sino en uso, pues así lo indican las marcas interiores de la vasija. Llama la atención su ligera inclinación, lo que sugiere que podría usarse para contener semillas o algún alimento que pudiera tomarse con los dedos fácilmente.

Esta pequeña vasijita muy posiblemente era usada por personas importantes de la nobleza totonaca de Cerro Montoso, como se le conoce ahora al sitio que ocuparon los totonacos, en el estado de Veracruz, en la zona fronteriza con la Huasteca. A veces las fronteras son zonas de transición donde se hace difícil la identificación de los creadores de los objetos que no fueron encontrados en su lugar de origen. Sin embargo, atributos distintivos de la cerámica huaxteca, y que la hacen inconfundible del resto de la producida en Mesoamérica, son sus formas esculturales femeninas y zoomorfas, en un estilo de decoración con pintura café sobre fondo crema, cualidades que la identifican con un estilo típicamente huasteco.

Obras de la sala

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