La fuerte identidad de algunos estilos mesoamericanos hace factible que los identifiquemos incluso cuando no contamos más que con algunos fragmentos pequeños. Tal es el caso de esta pieza de estilo mexica; el cual propiamente dicho no se difundió mucho por Mesoamérica, como sí ocurrió con el estilo teotihuacano, por ejemplo. Floreció en México-Tenochtitlan y ejerció una fuerte influencia sobre estilos locales como el de Xochimilco o el de Malinalco; pero en varias manifestaciones artísticas de señoríos conquistados no alcanzó a desplazar o sustituir completamente al estilo local. De tal suerte, una obra mexica es reconocible, y es muy probable que este fragmento escultórico proceda de la propia ciudad de Tenochtitlan.
Se trata de un relieve y no de una escultura de bulto; es un relieve con cierta profundidad pero con poca redondez y que desde luego no adquiere el volumen de un altorrelieve. El tratamiento del material, una losa geométrica esculpida, nos recuerda un poco el monolito de Tlaltecuhtli descubierto en el recinto del Templo Mayor hace no muchos años.
La ejecución de la talla, la rusticidad en el trazo de las manos y el esquematismo en el abordaje del cuerpo humano hacen pensar más en el estilo temprano, de fines del siglo XIV a la primera mitad del siglo XV, incluso un poco antes. La obra no parece corresponder con el estilo floreciente de los últimos cincuenta o sesenta años de la historia mexica, no pertenece al período de pleno florecimiento imperial. El diseño de los brazaletes y de la mano es muy semejante al que se aplicó a la figura del Chac mool del santuario de Tláloc, que se encuentra actualmente en su sitio original, en la cúspide de la subestructura visible en el Templo Mayor.
Los brazos cruzados al frente son una postura de adoración frecuente en Mesoamérica pero particularmente recurrente en el arte del Posclásico tardío y de la tradición nahua. Es probable que se trate de la imagen de un sacerdote y que haya estado colocado alguna vez en el muro de algún templo o en el talud de su plataforma. El grosor del cuello, a juzgar por el tramo visible, sugiere que la figura tuvo una máscara o un grueso collar.
La fuerte identidad de algunos estilos mesoamericanos hace factible que los identifiquemos incluso cuando no contamos más que con algunos fragmentos pequeños. Tal es el caso de esta pieza de estilo mexica; el cual propiamente dicho no se difundió mucho por Mesoamérica, como sí ocurrió con el estilo teotihuacano, por ejemplo. Floreció en México-Tenochtitlan y ejerció una fuerte influencia sobre estilos locales como el de Xochimilco o el de Malinalco; pero en varias manifestaciones artísticas de señoríos conquistados no alcanzó a desplazar o sustituir completamente al estilo local. De tal suerte, una obra mexica es reconocible, y es muy probable que este fragmento escultórico proceda de la propia ciudad de Tenochtitlan.