La atribución cultural de esta pieza es insegura. En efecto, presenta elementos que la acerca a piezas del Clásico temprano del Occidente pero sin adecuarse totalmente a los tipos establecidos. Entre las bellas esculturas huecas de barro de la fase Comala de Colima, encontradas en las tumbas de tiro, abundan las representaciones de la fauna y entre ellas, se cuentan imágenes de cangrejos. Sin embargo, este arte cerámico se caracteriza por un tratamiento cuidadoso de la superficie con un baño rojo bruñido que alcanza un brillo muy atractivo.
En el caso de esta pieza, la superficie carece de baño y el pulido es incompleto e irregular. Más allá de ese problema de identificación, podemos notar la habilidad del escultor para captar la actitud de ataque del animal decápodo que levanta sus pinzas y abre la boca, la cual se presenta aquí como un vertedero y constituye el hoyo por donde salió al aire durante la cocción. Después de ésta, el artífice completó la figura grabando en la superficie ya muy dura dos pequeñas perforaciones para sugerir los ojos, sin miramiento por la verdad biológica. Animal importante para la alimentación, el cangrejo puede también simbolizar la fuerza de la vida, por el poder de regeneración de sus patas y pinzas.
La atribución cultural de esta pieza es insegura. En efecto, presenta elementos que la acerca a piezas del Clásico temprano del Occidente pero sin adecuarse totalmente a los tipos establecidos. Entre las bellas esculturas huecas de barro de la fase Comala de Colima, encontradas en las tumbas de tiro, abundan las representaciones de la fauna y entre ellas, se cuentan imágenes de cangrejos. Sin embargo, este arte cerámico se caracteriza por un tratamiento cuidadoso de la superficie con un baño rojo bruñido que alcanza un brillo muy atractivo.