“Ochalan” es una palabra náhuatl, que en español se puede traducir solo usando una perífrasis: “romperse, hablando de una vasija; no dar el tono”. Santo Miguelito Pérez retoma esta expresión para nombrar su obra, en la cual el artista hace referencia a algunos relatos de su comunidad relativos al origen de los cohetes en la zona de Tepontla que los describen inicialmente compuestos por elementos de barro que se rompían para transmitir un aviso. La instalación de Pérez, realizada en colaboración con el taller de pirotecnia “Estrellita del sur”, está conformada por una estructura de carrizo y unas ollas de barro suspendidas; estas pueden ser percutidas con un bastón, rítmicamente, hasta formular un código sin traducción abierta, sino precisamente anclado a una escucha contextual y prolongada. De tal forma, el artista predispone un mecanismo que constituye a la vez un testimonio probable de un relato incierto y una herramienta de comunicación secreta y mimética.
“Ochalan” es una palabra náhuatl, que en español se puede traducir solo usando una perífrasis: “romperse, hablando de una vasija; no dar el tono”. Santo Miguelito Pérez retoma esta expresión para nombrar su obra, en la cual el artista hace referencia a algunos relatos de su comunidad relativos al origen de los cohetes en la zona de Tepontla que los describen inicialmente compuestos por elementos de barro que se rompían para transmitir un aviso. La instalación de Pérez, realizada en colaboración con el taller de pirotecnia “Estrellita del sur”, está conformada por una estructura de carrizo y unas ollas de barro suspendidas; estas pueden ser percutidas con un bastón, rítmicamente, hasta formular un código sin traducción abierta, sino precisamente anclado a una escucha contextual y prolongada. De tal forma, el artista predispone un mecanismo que constituye a la vez un testimonio probable de un relato incierto y una herramienta de comunicación secreta y mimética.