La invención de la raza se funda en diferenciaciones entre rasgos fenotípicos, entre los cuales el color de la piel tiene especial significado. Como señala el sociólogo peruano Aníbal Quijano, antes de América, el color no se registra como un distintivo entre las relaciones de poder. Fue el régimen colonial eurocentrado el que dio origen y sentido a la categoría raza desde el siglo XVI. Las diferenciaciones entre la “raza blanca” y las “razas de color” generan una gradación entre lo superior y lo inferior. La naturalización de este ordenamiento posibilita prácticas de explotación como la esclavitud.
La serie de 20 ponchos tejidos traduce cromáticamente este orden. Popularmente, en Perú el poncho simboliza la siembra y el orificio es la zanja donde se coloca la semilla para que la vida se siga reproduciendo. La artista extrapola la idea de siembra al nacimiento, un nacimiento que se repite simbólicamente cada vez que sacamos la cabeza por la abertura del poncho al vestirnos con éste. Por otra parte, el número de ponchos alude a la cantidad de pinturas que conforman la única serie de castas realizada en el Virreinato del Perú en 1770.
La invención de la raza se funda en diferenciaciones entre rasgos fenotípicos, entre los cuales el color de la piel tiene especial significado. Como señala el sociólogo peruano Aníbal Quijano, antes de América, el color no se registra como un distintivo entre las relaciones de poder. Fue el régimen colonial eurocentrado el que dio origen y sentido a la categoría raza desde el siglo XVI. Las diferenciaciones entre la “raza blanca” y las “razas de color” generan una gradación entre lo superior y lo inferior. La naturalización de este ordenamiento posibilita prácticas de explotación como la esclavitud.