Dice Graciela Iturbide que «Cuando viajas, estás expuesto. Tenga o no la cámara en las manos, inconscientemente el ojo está encuadrando». Es en el exterior, y no dentro de un estudio, donde busca y solo su mirada logra encontrar la poética de la naturaleza y sus formas. Como se puede ver en prácticamente todo su trabajo, el viaje le es imprescindible para explorar el mundo, pero también para encontrarse con aquellas sorpresas que pasan desapercibidas para la vista en el orden común de las cosas.
Uno de los países que más ha visitado Iturbide es Italia; ha tomado fotografías en Roma, Lugo, Ostia, Cerdeña y Solfatara. Fue en este último lugar donde capturó esta imagen en la que las características de un paisaje marcado por el infortunio de su propia naturaleza son también las que le otorgan una belleza especial que parece suspendida en el tiempo. Solfatara es un cráter volcánico cerca de la ciudad de Pozzuoli, al oeste de Nápoles, resultado geológico de la erupción del Vesubio a inicios de la era cristiana. Solfatara es también el nombre que se le da a las fumarolas de un terreno volcánico que emite gases sulfurosos.
En esta toma, Iturbide materializa a través de la fotografía la estética de un fenómeno natural y captura la sustancia que define y hace ser a este lugar lo que es. En la imagen se puede ver una atmósfera árida que se antoja serena y ominosa, el misticismo natural de los gases expulsados por el cráter resulta en una condición de riesgo por la exposición a niveles concentrados de compuestos potencialmente dañinos a la salud.
Comúnmente el trabajo de Iturbide no está asociado a la fotografía de paisaje, sin embargo, sus paisajes se alejan de la panorámica común para abstraer los pequeños relatos que presentan al territorio como una entidad ambigua.
La locación donde fue tomada la foto es Solfatara, Italia en el año 2006.
—Bibliografía
Graciela Iturbide. México: Museo Amparo / RM, 2012.
—Referencias
https://www.youtube.com/watch?v=9QhISeV9eiI
Dice Graciela Iturbide que «Cuando viajas, estás expuesto. Tenga o no la cámara en las manos, inconscientemente el ojo está encuadrando». Es en el exterior, y no dentro de un estudio, donde busca y solo su mirada logra encontrar la poética de la naturaleza y sus formas. Como se puede ver en prácticamente todo su trabajo, el viaje le es imprescindible para explorar el mundo, pero también para encontrarse con aquellas sorpresas que pasan desapercibidas para la vista en el orden común de las cosas.