En el virreinato de la Nueva España, Bartolomé apóstol solía representarse siguiendo dos tipos iconográficos básicos (aunque podían pintarse también escenas de su vida): como apóstol dignificado, con pocos atributos, vestido y aceptando el designio divino; o bien en el momento de su martirio. La pintura del Museo Amparo justamente lo representa como el primer tipo, en un formato oval en el que Bartolomé aparece de medio cuerpo, con el cuchillo con el que fue desollado en la mano, y un libro, seguramente la Biblia. Una cartela con marcos mixtilíneos lo identifica, y añade que subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre.
El nombre de Bartolomé, que es un patronímico (Bar Tolomaï, hijo de Tomaï o Tolomeo), es mencionado en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas sin más caracterización, pero no así en el de Juan, donde en su lugar se habla de Natanael, referido como uno de los doce apóstoles, lo que ha llevado a pensar que éste fuera el verdadero nombre de Bartolomé.[1] La leyenda señala que después de la crucifixión fue a evangelizar a Arabia, Mesopotamia y Armenia o la India, donde se ubica su martirio mandado por el rey Astiajes, después de haber convertido a gran número de sus súbditos. En el martirologio romano se dice que fue desollado vivo, mientras que en otras tradiciones fue crucificado, decapitado o ahogado.[2] En cualquier caso, Bartolomé es considerado uno de los difusores del Evangelio entre paganos del Oriente.
Este óvalo del Museo Amparo, de gran sencillez y concentrada emotividad, presenta características plásticas que recuerdan la buena factura de algunos pintores como José de Ibarra o sus discípulos. Los ojos suplicantes al cielo se relacionan con la fe que el santo mostró al recibir las instrucciones de la evangelización, cuando Jesús les previno que encontrarían mucha oposición e incluso martirio. Llama la atención que la cabeza apenas muestre el nimbo, marcado por una pincelada casi transparente, y por lo tanto destacando la parte humana de forma evidente que queda también asentada por sus vestiduras, que recuerdan las túnicas con las que solían representarse a los apóstoles. El cuchillo, que se proyecta hacia fuera del cuadro con el filo hacia adentro, refleja una luz rojiza en la hoja, que lo hace notorio y sutilmente dramático.
[1]. Réau, Louis, Iconografía del arte cristiano. Iconografía de los santos, tomo 2, vol. 3, Barcelona, Serbal, 2000, , pp. 180-184. Bartolomé no es nombrado en los Hechos de los Apóstoles. Véase también: http://www.newadvent.org/cathen/02313c.htm [consultado el 7 de julio de 2008]. Pedro Ribadeneira no estaba de acuerdo con esta idea de pensar en Bartolomé y Natanael como un mismo apóstol. Ribadeneyra, Pedro, Flos Sanctorum. Nuevo año cristiano, vol. 8, Cádiz, Imprenta y Lit. de la Revista Médica, 1864, pp. 32-39, en especial p. 32.
[2]. Réau, Louis, op.cit., p. 280.
En el virreinato de la Nueva España, Bartolomé apóstol solía representarse siguiendo dos tipos iconográficos básicos (aunque podían pintarse también escenas de su vida): como apóstol dignificado, con pocos atributos, vestido y aceptando el designio divino; o bien en el momento de su martirio. La pintura del Museo Amparo justamente lo representa como el primer tipo, en un formato oval en el que Bartolomé aparece de medio cuerpo, con el cuchillo con el que fue desollado en la mano, y un libro, seguramente la Biblia. Una cartela con marcos mixtilíneos lo identifica, y añade que subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre.