Esta obra representa pictóricamente la imagen escultórica de la Asunción de María que se veneraba en el templo de Santa María conocido como la Redonda, por la solución arquitectónica circular del templo.[1] Como muchas pinturas que copiaban esculturas se trata de una copia verdadera o vera efigie, es decir, que reproducía la imagen tutelar de manera precisa, pues así se garantizaba su reconocimiento y se transmitía parte de su valor, ya como imagen que podía producir milagros, ya como obra realizada por medio de un portento.
Varias crónicas de los siglos XVII y XVIII cuentan que la Virgen de la Redonda, en el barrio indígena de Cuepopan, tuvo justamente un origen sobrenatural: las piezas de la cara y manos fueron mandadas desde España por fray Rodrigo de Zequera, Comisario General de los Franciscanos en Nueva España, a una india cacica del barrio que costearía la imagen.[2] Ella entregó las piezas a unos artífices reconocidos que conformarían la escultura con pasta de caña. En el proceso artístico éstos la guardaron bajo llave, todavía muy imperfecta, para que pudiera secarse. Al otro día la imagen apareció terminada y “perfecta”, causando mucha devoción por su origen sobrenatural, interpretado como angélico.[3] La imagen adquirió fama y fue muy venerada, pues además se consideró milagrosa, por lo que se copió para adoratorios particulares o templos, en lienzos como el del Museo Amparo.
La iconografía de la Virgen es muy particular ya que representa una Asunción parada sobre querubines que la elevan al cielo, pero lleva las manos juntas en oración y corona, como si se tratara de una Purísima. Además, varias copias pictóricas, como la que comentamos, la representan también con una palma de martirio que se relaciona, en algunas narraciones, con una Segunda Anunciación, es decir, cuando el arcángel san Gabriel la visitó para anunciar a María su próxima muerte, dejándole la palma como símbolo de su triunfo.[4] La obra del Museo Amparo es un trabajo un tanto popular, lo que se nota en la representación del espacio y el volumen, sin embargo, se hizo con detalle. La utilización de oro, aunque en muy poca cantidad, trasluce el interés del patrono en la advocación mariana.[5] En Tlaxcala hay otro verdadero retrato de esta Virgen, pintado por Miguel Lucas de Bedoya, en la Capilla de Guadalupe, Basílica de Nuestra Señora de Ocotlán.
[1]. En las pocas investigaciones sobre este pequeño templo hay discrepancias en la fecha y el motivo de la “rotonda” que le dio su nombre al templo, pero al parecer en el siglo XVII ya se le nombraba así al templo.
[2]. El templo pasó a manos del clero secular en 1753, volviéndose parroquia.
[3]. Reta, Martha, “De angelicalis artifífiales: Nuestra Señora de la Asunción de Santa María la Redonda”, en Boletín Guadalupano, México, Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe, Año IV, Núm. 54, Junio 2005, [consultado en mayo de 2012]. http://www.boletinguadalupano.org.mx/boletin/cultura/asuncion.htm
[4]. Schenone, Héctor H., Santa María: iconografía del arte colonial, Argentina, Educa, 2008, p. 482.
[5]. Estudio de José Luis Ruvalcaba Sil, abril 2012, pp. 7-8.