El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Dignatario con tocado de formas cónicas y collar de valvas o vainas | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Dignatario con tocado de formas cónicas y collar de valvas o vainas

Cultura Tumbas de tiro
Estilo Comala
Región Colima
Período Preclásico tardío-Clásico temprano
Año 300 a.C.-600 d.C.
Período 9 Preclásico tardío-Clásico temprano
Año 300 a.C.-600 d.C.
Técnica

Barro modelado, esgrafiado y bruñido

Medidas 22   x 18.7  x 33.9  cm
Ubicación Sala 7. La muerte
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1129
Investigador

En el arte del pueblo de las tumbas de tiro la posición sedente indica una jerarquía social elevada; cabe la posibilidad de que aunado a lo anterior, la notable protuberancia cónica que corona el barboquejo del personaje refiera funciones religiosas, quizá a la manera de un sacerdote. Se trata de un atributo distintivo del estilo Comala, originario del valle de Colima, y de otras modalidades estilísticas de la zona colimense; es exclusivo de las figuras masculinas, que a veces exhiben varias formas cónicas en el tocado. Entre las opciones de lo que representa se hallan el ápice de una concha de caracol, un cuerno, la sección de un asta, un colmillo, espina o escama; en cualquiera de estos casos, dotaría a los hombres de cualidades animales y de un carácter sobrenatural.

Desde una perspectiva actual no es fácil identificarlo porque el estilo Comala se caracteriza por la síntesis, de ahí la tendencia a las superficies lisas y monocromas -en tonos rojos, naranja y café a veces sutilmente combinados-, así como la simplificación de los volúmenes. Del otro ornamento sobresaliente, los collares compuestos por cinco piezas cóncavas, puede decirse que representan conchas de moluscos bivalvos. De los elementos coniformes conviene enfatizar su asociación con lo masculino, mientras que de las conchas se reconoce ampliamente su carga simbólica inframundana, acorde con la cosmovisión mesoamericana. El estrato inferior del universo posee una naturaleza acuática y en ella reside el origen del cosmos; las construcciones subterráneas que son las tumbas de tiro y cámara forman parte de ese inframundo mítico, y en cantidades sumamente abundantes en ellas se depositaron conchas y caracoles, esculturas que los representan, objetos ornamentales y utilitarios elaborados con esa materia, que a su vez fueron plasmados en las esculturas de hombres y mujeres que acompañaron a los difuntos, incluso en territorios muy alejados de la costa marítima, lo que supone extensas redes de intercambio.

Tanto esta figura, como su pareja que se encuentra en la Sala 2, muestran un lujoso atavío se completa con una banda ancha que cubre el tronco; los motivos esgrafiados aluden a tejido, bordado o pintura textil. Está semidesnudo, pero no exhibe genitales; en el estilo Comala no es común que se modelaran. Levanta su mano derecha en un ademán de ataque, al parecer está a punto de lanzar un objeto esférico que, más allá de considerarlo una pelota, pudo servir como un proyectil. Es probable que este atributo bélico refiera rasgos del prestigioso personaje plasmado.

Con seguridad estas esculturas acompañaron a muertos en su morada final, una tumba del tipo de tiro y cámara, y evocarían directamente a quienes estuvieron dedicadas, son retratos funerarios. Con un profundo sentido religioso este arte materializó los afanes de perpetuidad de un antiguo pueblo del Occidente; sus fines pudieron ser retrospectivos o prospectivos. Como lo ha hecho notar Erwin Panofsky, los primeros conmemoran un pasado y en los segundos se busca una manipulación del futuro. Es factible que las dos intenciones se plasmaran en las esculturas que tratamos, aunque en ambos propósitos existe una pretensión que conlleva la superioridad de lo cultural sobre lo natural. Una vía por la que se pone de manifiesto lo anterior radica en que la desintegración del cadáver e incluso el nacimiento biológico pudieron ser trascendidos por la realidad creada por el arte: son imágenes escultóricas de permanente vitalidad; entre los mesoamericanos la muerte no existía como tal, sino que la existencia se prolongaba. Que ahora veamos esta escultura de al menos mil cuatrocientos años de antigüedad tan bien preservada, no hace sino revelarnos el éxito de ese empeño de perpetuidad.

En el arte del pueblo de las tumbas de tiro la posición sedente indica una jerarquía social elevada; cabe la posibilidad de que aunado a lo anterior, la notable protuberancia cónica que corona el barboquejo del personaje refiera funciones religiosas, quizá a la manera de un sacerdote. Se trata de un atributo distintivo del estilo Comala, originario del valle de Colima, y de otras modalidades estilísticas de la zona colimense; es exclusivo de las figuras masculinas, que a veces exhiben varias formas cónicas en el tocado. Entre las opciones de lo que representa se hallan el ápice de una concha de caracol, un cuerno, la sección de un asta, un colmillo, espina o escama; en cualquiera de estos casos, dotaría a los hombres de cualidades animales y de un carácter sobrenatural.

Obras de la sala

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