El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Cascabeles metálicos | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Cascabeles metálicos

Cultura Occidente de México
Estilo Purépecha
Región Meseta tarasca
Período Posclásico tardío
Año 1200-1521 d.C.
Período 9 Posclásico tardío
Año 1200-1521 d.C.
Técnica

Cobre, posiblemente con aleación, fundido a la cera perdida y martillado

Piezas por lote 2
Medidas

 8.5 x 5.3 x 4.5 cm |  9.1 x 5.6 x 5.1 cm

Ubicación Sala 6. Arte, forma y expresión
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1528
Investigador (es)

La introducción de la metalurgia durante el Posclásico trascendió al ámbito de los instrumentos musicales; prueba de ello son los cascabeles elaborados en metales como oro, cobre y plata. A través de la imaginería del Posclásico se puede tener una idea acerca de las aplicaciones de los cascabeles en atavíos de la élite. En ocasiones colgaban de una pechera, o bien, de cintas de piel de venado a manera de fajillas o muñequeras. Estos cascabeles eran de dimensiones pequeñas, de menos de 5 cm de altura; en tanto que los cascabeles de mayores dimensiones, al parecer, se ejecutaban de manera aislada.

Un ejemplo ilustrativo se observa en la página 78 del Códice Nuttall en donde el famoso gobernante mixteco Señor 8 Venado Garra de Jaguar, ofrece un cascabel de oro al dios Sol. Los cascabeles exhibidos proceden posiblemente del Occidente de México y fueron elaborados con la técnica de la cera perdida y martillado. El metal otorga un timbre brillante y muy sonoro a estos instrumentos. Los cascabeles, sobre todo los manufacturados en oro, se asociaban con la deidad solar.

Gonzalo Sánchez

En el terreno de la música, el cascabel se ubica entre los idiófonos, es decir, los instrumentos que tienen sonido propio porque usan su cuerpo como cámara resonadora. El par de cascabeles ovalados que nos ocupa tiene una especial relevancia porque está hecho de metal, una materia que puede considerarse de uso tardío y limitado en el México antiguo. En el contexto de Mesoamérica, estos cascabeles son un poco más grandes que el promedio, ya que, según las investigaciones de Dorothy Hosler, por lo general miden entre 1 y 8 cm de altura.

Consisten en objetos esféricos, ovalados o cilíndricos, ahuecados y con una pequeña abertura o ranura angosta y alargada en la base que permite la resonancia y a través de la cual puede observarse el badajo suelto o pequeña esfera que encierran, en este caso también de metal. El sonido se produce por el choque entre las dos esferas, la exterior y la interior, y también cuando los cascabeles que eran atados a bandas o cosidos en indumentaria, golpean uno con el otro, a partir del movimiento de quien los porta, en particular porque fueron especialmente usados en danzas. Mientras más grande sea el cascabel más bajo será el tono.

Los cascabeles pequeños por lo general eran usados en tobillos y muñecas; es probable que estos, por ser más grandes, se colocaran alrededor de la cintura, suspendidos de un cinto. Siguiendo a Hosler cabe mencionar que estos, así como todos los cascabeles mesoamericanos, fueron vaciados en una sola pieza usando la técnica de la cera perdida. En el Códice Florentino, el interesante y minucioso proceso es descrito con detalle. Se dice que el metalurgista primero pulverizaba carbón, y lo amasaba con un poco de arcilla de alfarero hasta que se formara una pasta cohesionada; la ponía a secar al sol durante dos días y luego esculpía la forma precisa del objeto de metal deseado, incluyendo los elementos decorativos.

De otra parte, combinaba cera de abeja con copal para que endureciera; la materia resultante se colaba y se extendía muy delgada. Luego el modelo esculpido se cubría con esta mezcla de cera y con una delgada capa de carbón en polvo. Posteriormente, el modelo cubierto por la cera se envolvía en una mezcla de carbón y arcilla y se dejaba secar durante dos días. Durante ese tiempo se fijaba a unos tubos o canales de colado; enseguida el modelo se ponía en un brasero o crisol para derretir la cera y el metal líquido luego se vertía por el canal. Una vez que el metal se solidificaba, se rompía el molde de arcilla y carbón; en el caso de objetos huecos, como los cascabeles, se extraía el núcleo interior de arcilla usando una herramienta filosa.

En atención a que en Mesoamérica el mayor desarrollo de la metalurgia ocurrió en el Occidente, es probable que estos dos procedan de esa región; su sección superior con bandas verticales con diminutas hendiduras horizontales los hacen parecidos al tipo 11b de la clasificación de cascabeles hecha por Hosler para el que llama el período 1: del 600 al 1200 d.C. En éste, los cascabeles se hicieron con la aleación de cobre y arsénico, y en el segundo, del 1200 hasta la Conquista, además con la de bronce, compuesta por cobre y estaño.

De acuerdo con la misma autora, las evidencias iniciales de metalurgia en Mesoamérica se fechan entre los años 600 y 800 d.C. y se hallan en sitios localizados a lo largo de la planicie costera de la región Occidente o con acceso fluvial a la costa. Al parecer, el objeto conocido más antiguo procede de Tomatlán, Jalisco. La técnica que se desarrolló en dicha región antecedió a la de cualquier otra región mesoamericana durante trescientos o cuatrocientos años. Varios investigadores han sostenido que la metalurgia se introdujo al Occidente desde Centroamérica o el área andina a través del comercio marítimo; su desarrollo fue lento; es hasta después del año 1250 cuando los objetos de metal son más comunes en toda Mesoamérica. Respecto al Occidente, sobresalen las culturas Aztatlán y tarasca.

Verónica Hernández Díaz

La introducción de la metalurgia durante el Posclásico trascendió al ámbito de los instrumentos musicales; prueba de ello son los cascabeles elaborados en metales como oro, cobre y plata. A través de la imaginería del Posclásico se puede tener una idea acerca de las aplicaciones de los cascabeles en atavíos de la élite. En ocasiones colgaban de una pechera, o bien, de cintas de piel de venado a manera de fajillas o muñequeras. Estos cascabeles eran de dimensiones pequeñas, de menos de 5 cm de altura; en tanto que los cascabeles de mayores dimensiones, al parecer, se ejecutaban de manera aislada.

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