El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Fragmento de un tzompantli escultórico | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Fragmento de un tzompantli escultórico

Cultura Nahua
Estilo Mexica
Región Valle de México
Período Posclásico tardío
Año 1200-1521 d.C.
Período 9 Posclásico tardío
Año 1200-1521 d.C.
Técnica

Piedra esculpida

Piezas por lote 12
Medidas

22 x 18 x 33 cm (promedio)

Ubicación Sala 2. El mundo religioso
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1418
Investigador

El tzompantli no existía en el período Clásico, fue un invento del Posclásico, aparentemente debido a los toltecas. Cuando hablamos del tzompantli nos referimos a dos cosas: el tzompantli real u original era una estructura con largos travesaños de madera en los cuales se ensartaban las cabezas cortadas de los cautivos sacrificados; como un ábaco gigantesco, exhibía, para terror de los enemigos de la ciudad en cuestión, las cabezas de los cautivos sacrificados. En el gran tzompantli de México-Tenochtitlan, por ejemplo, los españoles llegaron a contar unas 70 mil cabezas; entre ellas, las de algunos de sus compañeros, abatidos días atrás, e incluso las de algunos caballos; las cuales conservaban muchas veces algunos tejidos y cabello. Con el paso de los días y la actuación de los elementos y las aves de rapiña, las cabezas se iban convirtiendo en cráneos desnudos.

El sacrificio humano más practicado por los mexicas consistía en hacer ascender a la víctima hasta lo alto del templo; se le extraía el corazón, y el cuerpo era arrojado escaleras abajo, donde se le cercenaba una pierna y la cabeza. La pierna se hervía en grandes calderos que había en el recinto del Templo Mayor y la cabeza se ensartaba en el tzompantli. Muchos de los cráneos que se han encontrado en las ruinas de la antigua ciudad mexica muestran perforaciones parietales consistentes con la inserción en los travesaños.

El otro tzompantli es, en realidad, una representación del tzompantli real, es decir, es un tzompantli escultórico. Suponemos que en las ciudades en las cuales había tzompantlis escultóricos, como Chichén Itzá, hubo también tzompantlis reales. En el caso de México-Tenochtitlan sabemos que hubo ambos. Éste es una especie de altar en donde las cabezas descarnadas se presentan como referencias al sacrificio, así como en algunas obras se esculpían o pintaban tibias o fémures. Los cráneos esculpidos que lo forman tienen bastante profundidad; en realidad se prolongan formando un clavo de empotramiento –esto se hacía con frecuencia en Mesoamérica para encajar la decoración en la mampostería– lo que nos permite saber que estaban originalmente incrustados en el muro de un templo o altar.

Es interesante la variedad de las representaciones: no hay uno igual a otro. Algunas de las cabezas parecen tener cierto gesto, como si conservaran algo de carne, lo cual reflejaría el proceso mismo de desprendimiento progresivo de la carne en los tzompantlis reales. No es imposible que estos cráneos escultóricos procedan de algún templo de la propia capital mexica, pero no podemos asegurarlo. La variación en el tamaño y la apariencia es mayor que la apreciable en el tzompantli desenterrado en las ruinas del Templo Mayor de México hace unos años. También es posible que proceda de alguna ciudad bajo el dominio mexica, o incluso de otra ciudad nahua del Valle.

El tzompantli no existía en el período Clásico, fue un invento del Posclásico, aparentemente debido a los toltecas. Cuando hablamos del tzompantli nos referimos a dos cosas: el tzompantli real u original era una estructura con largos travesaños de madera en los cuales se ensartaban las cabezas cortadas de los cautivos sacrificados; como un ábaco gigantesco, exhibía, para terror de los enemigos de la ciudad en cuestión, las cabezas de los cautivos sacrificados. En el gran tzompantli de México-Tenochtitlan, por ejemplo, los españoles llegaron a contar unas 70 mil cabezas; entre ellas, las de algunos de sus compañeros, abatidos días atrás, e incluso las de algunos caballos; las cuales conservaban muchas veces algunos tejidos y cabello. Con el paso de los días y la actuación de los elementos y las aves de rapiña, las cabezas se iban convirtiendo en cráneos desnudos.

Obras de la sala

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