El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Vaso-efigie con la representación de un sacerdote que carga una bolsa de copal | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Vaso-efigie con la representación de un sacerdote que carga una bolsa de copal

Cultura Zapoteca
Región Valle de Oaxaca
Período Clásico temprano
Año 200-600 d.C.
Período 9 Clásico temprano
Año 200-600 d.C.
Técnica

Barro modelado, con abundantes aplicaciones al pastillaje

Medidas 65.6   x 50  x 43.2  cm
Ubicación Sala 2. El mundo religioso
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1286
Investigador

Suele utilizarse el término “urna” para hacer referencia a las esculturas en cerámica adheridas a un vaso que se han encontrado con abundancia en las tumbas zapotecas. No contenían cenizas u otros restos de los difuntos y sería más adecuado aplicar el término vaso-efigie. La función práctica o simbólica del recipiente no ha sido aclarada todavía pero podría relacionarse con la idea de un contenido más etéreo o “espiritual” que material. Con la misma técnica y dimensiones similares, se ejecutaron también esculturas de cerámica que se colocaban a la entrada de las tumbas.

En esta pieza aparecen tres personajes, dos de cuerpo completo y uno en la forma de una máscara. El personaje principal es un sacerdote al cual se representa erguido, visto de frente. Lleva un enorme y rico tocado, a cuyos lados cuelgan largas bandas que crean la apariencia de una capa. En la parte superior del tocado emerge un penacho de plumas de quetzal, componente suntuario muy común en las imágenes zapotecas, teotihuacanas y mayas. Suponemos que son de quetzal por su aspecto y gran longitud, además porque en las pinturas tienen el color verde correspondiente.

Con ambos antebrazos colocados de forma horizontal, perpendiculares al cuerpo, el personaje sostiene de manera muy ostensible un objeto: se trata de una bolsa, muy común en las imágenes mesoamericanas, que permite identificar a un sacerdote o bien a un soberano, ejerciendo una función sacerdotal. En la bolsa los sacerdotes llevaban copal para esparcir sobre las brasas y realizar una ofrenda. Nuestro personaje tiene además lo que parecen ser un par de estolas, una en cada brazo, adornadas con borlas; dichas estolas son otro distintivo sacerdotal tanto en imágenes de Monte Albán como en Teotihuacán.

Sobre la cabeza del sacerdote, como insertado en el tocado, hay un felino completo, aparentemente un jaguar; los cuartos traseros y la cola salen por el lado derecho y la cabeza y las garras emergen a la izquierda. El felino muestra las fauces en una actitud fiera. Sobrepuesta al lomo del jaguar, vemos una pequeña máscara; se trata de un rostro, con orejeras, casi completamente cubierto por su propia nariz que se curva hacia arriba, como una trompa y termina en una bifurcación: se trata de una máscara de murciélago. El felino y el murciélago se asocian con mucha frecuencia en la iconografía zapoteca. Ambos animales están asociados con las cuevas y montañas, con la obscuridad y la noche, y por lo tanto pertenecen al ámbito cósmico femenino y tienen connotaciones de fertilidad.

En piezas zapotecas como ésta, en que se aprecia un rostro humano, puede percibirse un naturalismo moderado en la representación. La concepción general de la figura corresponde con un estilo, característico de Monte Albán y Teotihuacán, en el cual las proporciones de la figura humana no son anatómicas sino convencionales, oscilando alrededor del 1:3. Las formas de las extremidades están sujetas también a un estereotipo convencional. Este estilo corresponde en buena medida con el que dominará en el Posclásico y que asociamos con los códices de la tradición Mixteca-Puebla.

Suele utilizarse el término “urna” para hacer referencia a las esculturas en cerámica adheridas a un vaso que se han encontrado con abundancia en las tumbas zapotecas. No contenían cenizas u otros restos de los difuntos y sería más adecuado aplicar el término vaso-efigie. La función práctica o simbólica del recipiente no ha sido aclarada todavía pero podría relacionarse con la idea de un contenido más etéreo o “espiritual” que material. Con la misma técnica y dimensiones similares, se ejecutaron también esculturas de cerámica que se colocaban a la entrada de las tumbas.

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