La vasija que a continuación se describe destaca por su manufactura, materiales, acabado y elementos iconográficos. Se trata de una notable vasija del denominado tipo plumbate o cerámica plomiza.
Esta pieza fue manufacturada con un tipo de pasta café crema clara, que se aprecia en el interior de la vasija, que carece de pintura o cualquier otro tipo d decoración perceptible a la vista.
Tiene la forma de una taza, pues se aprecia en su parte posterior una asa o agarradera con una sugerente forma de cuerda. En la tradición religiosa y cultural de Mesoamérica las cuerdas o mecates nos remiten a aspectos simbólicos relacionados con los ancestros, el linaje y el tiempo pasado. En la superficie de la pieza se observa claramente la representación de un personaje, probablemente un anciano. Se observan sus ojos, nariz, boca con una particular sonrisa donde se ven sus dientes. A sus costados se observan sus orejas y sobre estas, un tipo de elemento similar también una cuerda, que podría tratarse de trenzas.
Esta notable vasija como ya se señaló pertenece al tipo cerámico denominado por los arqueólogos plumbate o plomizo. Dicha cerámica es un marcador distintivo de los desarrollos culturales de la región de Chiapas y Guatemala del Posclásico temprano (900-110 d.c). Esta se trata de un tipo de cerámica de tipo vidriado que está presente en distintos puntos de la geografía mesoamericana desde regiones del actual Panamá, Costa Rica, Veracruz, el Centro de México hasta el actual estado de Nayarit. Es una cerámica distintiva de la transición entre los periodos Clásico y Posclásico y se define por su dureza y el tono poco frecuente de su superficie la cual es muy bruñida y abrillantada, y oscila entre los colores grisáceos o verdosos sumamente brillantes que tiene algunos reflejos que destacan con la luz.
La cerámica plumbate o tohil plomiza es una muestra del gran desarrollo tecnológico de los pueblos del sur de Mesoamérica en la elaboración de vasijas. Diversos ejemplos de este tipo de piezas con efigies (por ejemplo, al dios mexica de la lluvia, Tlaloc,) han sido localizadas en contextos arqueológicos. Esta cerámica fue un importante bien comercial, pues su posesión indicaba prestigio y distinción social, por lo cual en tiempos prehispánicos constituyó un bien altamente apreciado.
El artefacto del que hablamos, en específico, muestra a la par del alto grado de sofisticación cerámica, un interés por el ser humano y en particular por la última etapa de vida de las personas, la vejez. Como es sabido, en Mesoamérica los ancianos fueron vistos como figuras reverenciales y de respeto, depositarios de la sabiduría social de la comunidad y del individuo. De ahí que no es extraño que en esta vasija se represente a un anciano, pues con toda la importancia que revistió para las personas del México antiguo, su autoridad y sabiduría fueron aspectos siempre tomados en cuenta dentro de la estructura social mesoamericana.