El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Figura humana peinada con separación central | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Figura humana peinada con separación central

Cultura Chupícuaro
Estilo Gargantilla
Región Zona de Acámbaro, Cuitzeo, Morelia y del sur de Querétaro
Período Preclásico tardío
Año 600-100 a.C.
Período 9 Preclásico tardío
Año 600-100 a.C.
Técnica

Escultura cerámica modelada, con pastillaje, punzonado y pintura

Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 836
Investigador

Se trata de la imagen de un hombre en posición de pie con el cuello cubierto por un adorno grueso que particularmente define la variante estilística llamada “choker” o “gargantilla”, propia del arte escultórico cerámico de la cultura Chupícuaro. Esta cultura mesoamericana se inscribe en la región del Occidente y tuvo presencia en la contemporánea en la urbe de Cuicuilco, en la orilla suroeste de la cuenca lacustre del Centro de México.

El territorio de la sociedad chupicuareña se extiende por el valle de Acámbaro y la cuenca del lago de Cuitzeo en Guanajuato, el valle de Morelia en Michoacán y las llanuras del sur de Querétaro. Temporalmente su desarrollo se ha dividido en tres fases: Chupícuaro temprano, del 600 al 400 a.C., Chupícuaro tardío, del 400 al 100 a.C., y Mixtlán, del 1 al 250 d.C.; el auge ocurrió del 400 al 100 a.C. 

Las figuras con gargantilla son distintivas, si bien no exclusivas, de la primera fase de la historia de Chupícuaro. Son pequeñas obras de estructura sólida hechas a base de finas pastas de barro; la parte posterior es aplanada, sin detalles, mientras que por el frente están dotadas de una notable individualidad mediante la técnica del modelado y una diestra ornamentación, como lo ejemplifican las piezas del conjunto.

Los adornos, el cabello y también elementos faciales y anatómicos, se hicieron con pequeñas aplicaciones de la misma pasta de barro, en una técnica conocida como pastillaje; asimismo definen las formas punciones, ranuras y en algunas secciones pintura en rojo sobre el engobe café claro pulido.

Evidentemente la cabeza alargada, de silueta rectangular, es parte principal de la composición; la altura total de las piezas suele ser de dos y media cabezas. El rostro es estandarizado, más el peinado y sus adornos son diversos, muestra una separación central y cuentas que lo embellecen. La decoración de la cabeza se completa con grandes orejeras discoidales.

De modo complementario, los cuerpos desnudos se modelaron con cierto esquematismo, si bien con una magistral eficacia que evidencia la especialización de sus artífices. Como puede verse, las piernas terminan en punta y los dedos marcados con incisiones insinúan los pies.

Cabe destacar que la figura que se toca con una mano los resaltados genitales; en el imaginario de Chupícuaro esta obra itifálica se cuenta entre las pocas que representaron hombres.

Los vestigios portátiles conocidos de la cultura Chupícuaro se han encontrado en contextos diferentes que indican su multifuncionalidad. Fueron ofrendados en las inhumaciones de personas y de perros; se les sepultó intencionalmente como grupos aislados de objetos, e igualmente proceden de ámbitos que en su tiempo fueron de superficie, donde las comunidades llevaban a cabo múltiples tipos de actividades.

Puede conjeturarse que en este tipo de obras se plasmaron identidades, jerarquías, rituales, prácticas y simbolismos de la mayor importancia para la sociedad de Chupícuaro.

Se trata de la imagen de un hombre en posición de pie con el cuello cubierto por un adorno grueso que particularmente define la variante estilística llamada “choker” o “gargantilla”, propia del arte escultórico cerámico de la cultura Chupícuaro. Esta cultura mesoamericana se inscribe en la región del Occidente y tuvo presencia en la contemporánea en la urbe de Cuicuilco, en la orilla suroeste de la cuenca lacustre del Centro de México.

Obras de la sala

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