El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Figurilla femenina sedente  | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Figurilla femenina sedente

Región Valle Puebla-Tlaxcala
Período Preclásico tardío
Año 400 a.C.–200 d.C.
Período 9 Preclásico tardío
Año 400 a.C.–200 d.C.
Técnica

Barro modelado con aplicaciones

Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 307
Investigador

Se trata de una escultura cerámica de pequeño formato, referenciada comúnmente como figurilla. Su manufactura consiste en un modelado al que se le agregaron aplicaciones, las cuales permiten definir partes del cuerpo, así como atavíos. El uso del pastillaje dejó como resultado que en algunas zonas se aprecien las huellas digitales del alfarero encargado de su elaboración.

La pieza representa a una mujer sedente sobre sus glúteos con las piernas por delante y ligeramente dobladas. Las manos se colocan a la altura de la cintura, mientras que los brazos flexionados, sobresalen en dirección a la espalda. El rostro oval, deja ver los ojos en forma de grano de café, la nariz de punta redonda, los labios pronunciados, así como un frondoso cabello que sugiere estar enmarañado. El único ornamento que posee son un par de orejeas circulares. En el tronco se observan los pechos, divididos por un punzado que posiblemente sugiera el ombligo. La composición tan particular de la obra, evidencia tanto el gran dinamismo plástico del arte Preclásico, como el ingenio técnico de los artesanos, quienes para solucionar lo sobrecargado del frente, colocan un contrapeso que permite el equilibrio de la figurilla.

La calidad de esta, permite advertir un principio de cifosis, es decir, la curvatura de la columna definida usualmente como joroba. Dentro del arte prehispánico, tal característica se vincula tanto con una anomalía congénita, como reflejo de una edad avanzada. Aunado a lo evidente de sus pechos, podemos suponer que se trata de una mujer anciana en actitud de reposo.

Gracias a las fuentes históricas del siglo XVI, comprendemos que la vejez simboliza un puente directo entre los ancestros y la población. Asimismo, se relaciona con la sabiduría y el conocimiento compartido, conceptualizado en el mundo nahua del Posclásico como huehuetlatolli o “palabra de los ancianos”. Por tanto, el procurarlos fue prioridad para las sociedades mesoamericanas desde tiempos tempranos.

La evidencia arqueológica refuerza las descripciones encontradas en los documentos, pues en el arte maya, pasando por el zapoteca, teotihuacano, huasteco o mexica, su presencia es más que evidente. Resulta interesante mencionar que una de las deidades más importantes del panteón prehispánico Huehuetéotl, también conocido como el Dios viejo del fuego, tiene una presencia notoria desde el Preclásico Tardío (400 a.C.-200 d.C.) y una continuidad religiosa cercana a los dos mil años, lo que evidencia la importancia de la longevidad humana.

Este tipo de esculturas son comunes en la región del valle Puebla-Tlaxcala y Tehuacán, como marcadores temporales de las primeras centurias del Preclásico Tardío. Momento en el cual, diversas zonas de Mesoamérica, inician un proceso de urbanización, en el que la arquitectura monumental juega un papel determinante para la consolidación de un poder político-religioso, donde las interacciones comerciales consideran la cuenca de México, el centro de Veracruz y la región oaxaqueña.

Se trata de una escultura cerámica de pequeño formato, referenciada comúnmente como figurilla. Su manufactura consiste en un modelado al que se le agregaron aplicaciones, las cuales permiten definir partes del cuerpo, así como atavíos. El uso del pastillaje dejó como resultado que en algunas zonas se aprecien las huellas digitales del alfarero encargado de su elaboración.

Obras de la sala

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