El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Figura de hombre sentado con piernas y brazos extendidos | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Figura de hombre sentado con piernas y brazos extendidos

Período Preclásico medio
Período 9 Preclásico medio
Año 1000-500 a.C.
Técnica

Barro modelado con incisiones y engobes superpuestos

Medidas 21.1   x 14.7  x 7.4  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 373
Investigador

En el periodo que conocemos como Preclásico medio (c. 1000 – 500 a.C.) se elaboraron con gran frecuencia figuras antropomorfas de cerámica. Fue una de tantas contribuciones de esta etapa a la construcción del paradigma de la civilización mesoamericana. Quizá en ninguna época posterior de la historia de Mesoamérica se utilizó tanto este recurso.

Esta producción cerámica es muy interesante y compleja, y aún se necesitan estudios que nos permitan comprender mejor las variaciones regionales y la relación de estas piezas con otras expresiones de su época. Algo que sí podemos identificar es la coexistencia de dos vertientes de cerámica antropomorfa en el Preclásico: las figuritas macizas, más bien pequeñas y generalmente con representaciones femeninas y las figuras huecas de mayor tamaño. Las pequeñas caben en la palma de la mano, y entre ellas se encuentran esas mujeres de muslos abultados, grandes caderas, pechos bien señalados, que suelen vincularse con el culto a la parte femenina del cosmos, y a la presencia de la mujer en el centro de los espacios de producción doméstica. Las grandes, que alcanzan alturas como de 30 o 40 centímetros, suelen ser huecas, y quizá más frecuentemente masculinas que femeninas. Es muy probable que las figuras huecas, a menudo sentadas, con rostros más o menos individualizados, representen a personajes de alto rango. Se trata justamente de la época del surgimiento de la fuerte estratificación social y el poder político en Mesoamérica.

Información etnográfica e indicios en documentación colonial sugieren la posibilidad de que figuras como la que aquí registramos hayan sido vestidas. Eso nos ayudaría a entender la sencillez de la representación del cuerpo humano, con un ligero contraste respecto a la representación del rostro.

Es opinión de algunos arqueólogos que esta figura en particular podría proceder de la zona de Zumpango del Río, es decir, en tierras próximas al río Mezcala. Se hicieron obras similares en las cuencas alta y media del Balsas, en regiones como el suroeste del valle de Puebla, la cuenca del Nexapa, y las cuencas del Amacuzac, del Balsas medio y del Mezcala. Todas estas expresiones participan en alguna medida de rasgos estilísticos que hemos identificado como olmecas.

En esta pieza observamos una característica técnica importante de las obras del periodo, y es la consistencia y calidad de los engobes, que sellan y cubren completamente la porosidad original de la cerámica, y crean incluso un efecto de laca. Los engobes superpuestos suelen incluir bayo, a veces francamente blanco, y rojo. El efecto general es el de un color similar al de la carne humana. En esta pieza hay aplicaciones adicionales de rojo en pies, manos, labios.

El pulido, que normalmente es muy esmerado en estas piezas, se halla mitigado aquí por el estado de conservación. Parecería que se le ha adherido una placa del barro del suelo, que da un efecto áspero o rasposo.

Con toda probabilidad se trata de una pieza funeraria, y seguramente representa a un difunto.

El esquematismo de las piernas y la extensión de los brazos son característicos de la cerámica de Morelos y de algunas zonas del Balsas.

En el periodo que conocemos como Preclásico medio (c. 1000 – 500 a.C.) se elaboraron con gran frecuencia figuras antropomorfas de cerámica. Fue una de tantas contribuciones de esta etapa a la construcción del paradigma de la civilización mesoamericana. Quizá en ninguna época posterior de la historia de Mesoamérica se utilizó tanto este recurso.

Obras de la sala

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