Cultura | Tumbas de tiro |
Estilo | Lagunillas |
Región | Sur de Nayarit |
Período | Preclásico tardío-Clásico temprano |
Año | 300 a.C.-600 d.C. |
Período 9 | Preclásico tardío-Clásico temprano |
Año | 300 a.C.-600 d.C. |
Técnica | Barro modelado y policromado |
Medidas | 54.5 x 20 x 25.7 cm |
Ubicación | Sala 3. Cuerpos, rostros, personas |
No. registro | 52 22 MA FA 57PJ 1138 |
Investigador |
A primera vista, descuella la magnífica conjugación de un volumen anatómico mayormente esquematizado y un tratamiento pictórico complejo y variado. Dentro de los cánones del arte de la cultura de tumbas de tiro, pudiera tratarse del retrato de una mujer de elevada jerarquía, a quien acompañó en su última y pretendida definitiva morada, un recinto arquitectónico funerario subterráneo. En la clasificación del estilo Lagunillas propuesta por Hasso von Winning la escultura corresponde a la variante C, dado que la cabeza tiene forma de triángulo invertido y redondeado, el cabello es liso y no inciso, la frente se ve ancha y las orejas con forma de placa; los brazos son delgados, sin manos y fusionados al cuerpo, carece de indicación de genitales y sobresale la pintura facial y corporal en una disposición asimétrica.
En esta variante estilística son contadas las piezas que exhiben un tipo semejante de decoración pictórica –además de ésta, apenas identifico un par de figuras masculinas–, de tal modo, es factible suponer que su producción se restringió a una temporalidad muy reducida, a un solo taller o incluso a un mismo artista. A la par de su singularidad, se trata de una pieza típica puesto que la profunda introspección que manifiesta y la paleta cromática son características del estilo Lagunillas, más conocido como “chinesco” por la apariencia “meditativa” de sus imágenes humanas; asimismo, porque la postura sedente con las piernas dobladas hacia atrás y las manos sobre el vientre, es una de las principales fórmulas para figurar a las mujeres, en particular con atributos de concepción, en el arte de esta cultura.
La cabeza es grande; el rostro muestra rasgos que se apartan de una fisonomía real y es factible denominarlos caricaturescos en el sentido de la exageración o simplificación extrema de las facciones. No obstante, a menos de que la obra se examine con detalle, las deformaciones faciales pasan desapercibidas; en definitiva lo que domina es el carácter introspectivo de la mujer. De perfil la cabeza exhibe una pronunciada deformación tabular oblicua, la cual, junto con la tabular erecta, destaca en cráneos encontrados en las tumbas de tiro. El cabello se ve corto, como es usual en las piezas Lagunillas; en este caso fue pintado de color negro liso. La nariz es ancha en extremo, con lóbulos y orificios nasales muy grandes. En contraste, la boca es pequeña, apenas es una perforación lineal que traza una leve curva hacia arriba; además carece de mentón, aunque sólo cuando se ve de perfil, se advierte su pronunciado remetimiento.
A mi juicio, las proporciones empleadas fueron las óptimas para destacar lo más importante en el marco cultural en que fue producida; la deformación craneana como atributo de un estatus elevado y cuyo énfasis resulta favorecido por la ausencia del mentón. En el rostro de contorno triangular invertido y color blanquecino lo más llamativo es la zona de los ojos por su decoración pictórica en negro sobre rojo, y tanto la nariz como las orejas grandes fueron apropiadas para ornamentarse con objetos independientes colocados en las perforaciones en el séptum y en los lóbulos; casi es seguro que varios aros, quizás hechos de concha, sirvieron como nariguera y orejeras. Los delgados brazos también presentan perforaciones circulares a la altura del nivel inferior de los senos; ahí pudieron atarse bandas a la manera de brazaletes.
El sofisticado tratamiento pictórico de la figura no permite identificar con claridad lo que es piel, pintura ornamental y, acaso, indumentaria. Según lo veo, en general, el rojo funciona aquí como el color natural de la piel, y el blanco y negro como pintura corporal, aunque cabe la probabilidad de que en la sección media del cuerpo los tres colores plasmen una especie de capa y que sobre la zona genital el negro sobre blanco figuren otra prenda.
La pintura negra en la zona de los ojos remite a un antifaz en el que los breves ojos se perciben cerrados; el marco superior son las cejas marcadas con finas incisiones verticales y hacia abajo una línea de formas triangulares. El cuello, al igual que la mayor parte del rostro y las orejas, fue pintado de blanco y muestra una gargantilla delineada con pintura negra. Sobre el rojo de la piel el alargado torso se cubrió con grupos de líneas cortas verticales; los senos son pequeños conos negros con los pezones blancos y le sigue una llamativa composición a base de formas triangulares con círculos en su interior que se disponen en dos franjas. En la misma, sin alterar en absoluto la sucesión de los diseños, resaltan los brazos pegados al cuerpo y doblados en ángulo a la altura de los codos y sin que se distingan las manos, por ello da la impresión que los cubre una prenda de vestir, sin embargo un rasgo estilístico de esta variante son los brazos fusionados al cuerpo y bien pudiera interpretarse como pintura corporal.
Al final de este largo y ornamentado torso, se aprecian las piernas en el color rojo que alude a la piel; están dobladas hacia atrás, si bien la parte final de las extremidades se figuró como un volumen liso. Esta síntesis contrasta con el detallado tratamiento pictórico que mantiene el cuerpo en su vista posterior. Una observación más: de perfil la espalda se ve notablemente encorvada, podría tratarse de un atributo de vejez; estaríamos entonces ante la imagen de una anciana.