El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Cajete pulido monocromo acanalado  | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Cajete pulido monocromo acanalado

Cultura Teotihuacana
Región Valle de Teotihuacán
Período Clásico temprano
Año 200-650 d.C.
Período 9 Clásico temprano
Año 200-650 d.C.
Técnica

Barro modelado, pulido a palillos con incisión

Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1343
Investigador

Dentro del registro arqueológico, la cerámica es un marcador importante para establecer procesos de producción, cronologías, relaciones comerciales o tendencias estilísticas. En el periodo Clásico Temprano (200-650 d.C.), la alfarería de Teotihuacan tendrá un gran impacto en distintos puntos de Mesoamérica, ya sea por exportación, o a través de influencias de manufactura.

La loza monocroma de la gran urbe altiplánica es, sin duda, diagnóstica de un obraje local, donde el amplio abanico de arcillas existentes en la región, tiñeron de varias tonalidades las actividades rituales, funerarias y cotidianas de la población.

De un sólido color café amarillento, la pieza que observamos ostenta una forma habitual dentro de la plástica teotihuacana: el cajete. Realizado a partir de la técnica del modelado, cuenta con paredes recto-divergentes, bordes redondeados y base plana, cubierto por engobe que a su vez permite vislumbrar, el minucioso trabajo que sus creadores perpetraron en su acabado de superficie.

Aunque pulido a palillos, el interior y exterior tienen una variación específica en su terminado. En el primer caso, se advierte un acabado opaco, más cercano al mate, posiblemente ocasionado por su constante uso como contenedor. Mientras que, en el segundo, su tratamiento proyecta un brillo que nos evoca a una hechura más dedicada, cercana al bruñido, un término que diversos especialistas definen como pulido lustroso.

La decoración presente en el cajete consiste en una incisión cercana al borde que lo rodea y delimita una serie de acanaladuras verticales llevadas a cabo previo a su cocción. Logradas, posiblemente, por una herramienta de madera cercana a una cuña.

El trazo establecido por los antiguos alfareros teotihuacanos tuvo como eje la incisión superior, direccionado de arriba hacia abajo, que dejó como resultado una serie de cunetas poco profundas, que le otorgan a la vasija una textura, que, en términos funcionales, mejora su sujeción.

Esta técnica decorativa, también llamada ranurado, surge durante la fase Miccaotli (150-250 d.C.), y es visible en otro tipo de lozas como son apaxtles, cajetes trípodes de soportes de botón, copas, cuencos, floreros y ollas; regularmente aplicados en el cuerpo de las piezas.

Si observamos detalladamente el acanalado del cajete, la relación con representaciones fitomorfas como la calabaza salta a la vista. Tal situación no es casual, ya que, desde el surgimiento de la cerámica en Mesoamérica, el influjo que tuvo dicha baya en los alfareros fue significativa.

Naturalista o esquematizada, la figura de la cucurbitácea estuvo presente en diferentes contextos y temporalidades del mundo prehispánico, y el caso de Teotihuacan, no fue la excepción. Pues como observamos en la pieza 1343, la evocación de aquel fruto se complementa con su función de sujeción.

Dentro del registro arqueológico, la cerámica es un marcador importante para establecer procesos de producción, cronologías, relaciones comerciales o tendencias estilísticas. En el periodo Clásico Temprano (200-650 d.C.), la alfarería de Teotihuacan tendrá un gran impacto en distintos puntos de Mesoamérica, ya sea por exportación, o a través de influencias de manufactura.

Obras de la sala

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