En el arte de la cultura de tumbas de tiro se encuentran varias representaciones del pizote, también conocido como coatí y cuyo nombre científico es Nasua narica. De mi parte, únicamente las identifico en el estilo Comala, producido en el actual territorio de Colima. El pizote, es un pequeño animal que habita en la franja oeste del Occidente de México, en las llamadas selvas secas, selvas bajas caducifolias o bosques tropicales secos. Los rasgos que permiten reconocerlo en la escultura son la cabeza angosta, el hocico alargado y puntiagudo, la nariz ligeramente dirigida hacia arriba, lo cual manifiesta la flexibilidad nasal; las orejas apuntadas, las patas de altura media y la punta de la cola afinada.
Llama la atención el recurso que utilizó el artista para figurar el pelaje corto y abundante del pizote: los punzonados que cubren la zona del cuerpo. En comparación con el modelo natural, la cola se ve muy corta, aunque con seguridad se debe a una solución para modelarla en la usual posición vertical en que la mantienen y, de esta manera, evitar el riesgo de que una sección exenta demasiado larga se fracturara. Los ojos son dos protuberancias redondeadas; en el hocico se ve un leve hundimiento, en el que una serie de líneas esgrafiadas sugieren la dentadura.
La abertura que confiere la cualidad de recipiente a la escultura se encuentra en el ápice de la cabeza y se integra discretamente en la composición. La forma cilíndrica es la misma que la del cuello y su continuación en la cabeza. No hay certeza de que en efecto esta pieza haya funcionado como contenedor, no obstante, tal tipo de abertura es una de las características principales del estilo Comala. El pizote aparenta estar en alerta y sorprendido; se ve en una posición detenida con las patas traseras semi-flexionadas y las delanteras extendidas; lo llamativo es que gira la cabeza hacia atrás y la dirige hacia arriba, tanto que la punta de la nariz sobrepasa el nivel de la cabeza. El logro artístico de este movimiento es notable; vista de frente, puede verse un ligero pliegue en el cuello que confiere fluidez a una torsión exagerada.
¿A quién o qué voltea a ver el animal? Pareciera que fue sorprendido mientras realizaba una actividad que le es usual: hurgar con el hocico en la tierra para buscar alimento. Es definitivo que no todas las especies del entorno natural fueron recreadas en la cerámica por el pueblo de las tumbas de tiro, y tampoco todas las comestibles. La figuración del pizote no es una de las más comunes en el repertorio de fauna modelada, aunque se trata de una especie todavía muy abundante en la región occidental de México.
A mi juicio, esta obra no figura un simple alimento, y para aproximarnos a las posibles significaciones originales conviene considerar que fuera depositada en una tumba de tiro. En este ámbito, ligado con el pensamiento religioso, es factible que sus valores simbólicos estuvieran ligados con el resto del ajuar o la ofrenda mortuoria. En lo individual, quizá algunas pistas se hallan en los hábitos de los pizotes, quienes son aptos para el acompañamiento humano, pues son fácilmente domesticables y de comportamiento diurno. En este sentido, es probable que sirvieran como mascotas que continuarían acompañando a sus dueños en la perpetuidad de la tumba.
Hay también otras posibilidades, suelen escarbar con el hocico en la tierra para obtener su alimento principal (gusanos, caracoles, insectos y arañas) pero también se mueven con agilidad entre las ramas y copas de los árboles, no sólo para comer frutas, igualmente para refugiarse en situaciones de peligro y dormir durante la noche; de tal manera, el pizote posee dos facetas muy claras: se desenvuelve tanto en el nivel inferior o terrestre como en el superior o celeste.
Tal es la actitud que evoca la escultura, pues gira la cabeza de abajo hacia arriba; la postura del cuerpo y el ángulo de la cabeza indican que antes de levantar la mirada hacia atrás, tenía la cabeza dirigida al frente e inclinada hacia abajo. Es posible vincular tal enlace del pizote con los niveles terrestre y superior con la presencia de su figuración artística junto a los difuntos. El espacio subterráneo es propio de los muertos y el supramundano de los vivos, no obstante, no se trata de ámbitos separados sino intrínsecamente unidos, en particular si se piensa en la continuidad de la existencia después de la muerte física y en la definitiva injerencia que tenían los difuntos en el devenir de los vivos. La ambigüedad del pizote pudiera hacer alusión a la de los individuos fallecidos: el lugar donde habitan y el otro en el que intervienen.
En el arte de la cultura de tumbas de tiro se encuentran varias representaciones del pizote, también conocido como coatí y cuyo nombre científico es Nasua narica. De mi parte, únicamente las identifico en el estilo Comala, producido en el actual territorio de Colima. El pizote, es un pequeño animal que habita en la franja oeste del Occidente de México, en las llamadas selvas secas, selvas bajas caducifolias o bosques tropicales secos. Los rasgos que permiten reconocerlo en la escultura son la cabeza angosta, el hocico alargado y puntiagudo, la nariz ligeramente dirigida hacia arriba, lo cual manifiesta la flexibilidad nasal; las orejas apuntadas, las patas de altura media y la punta de la cola afinada.