Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX
Virgen de la Piedad | Salas de Arte Virreinal y Siglo XIX | Museo Amparo, Puebla

Anónimo novohispano

Virgen de la Piedad

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Período 3 Siglo XVIII
Período 4 Siglo XVIII
Técnica Óleo sobre tela
No. registro SXVIII.BI.060
Período Siglo XVIII
Medidas 106   x 82.5  cm
Investigador

La obra representa una de las escenas más dramáticas y sentimentales del arte católico: el momento en que la Virgen María llora desconsolada por su hijo muerto, posado en su regazo. Sobre las penas maternales de la Virgen escribieron varios autores que alimentaron la tradición de la Iglesia, mostrando el dolor de María, lamentándose sobre el cuerpo lacerado y ensangrentado de Cristo, que muestra por lo tanto su carácter más humano. Solían llamar Piedad a estas obras, por inspirar el amor a Dios a través de recordar su sacrificio por la salvación humana.[1]

Quizá para contrarrestar esta fragilidad terrenal, a veces los artistas representaron elementos que destacaban la naturaleza divina de Cristo, como los ángeles que acompañan a la Virgen en actitud de adoración, que en esta obra portan cirios, o tocan las manos de Jesús a través de un paño limpio, como lo hace también María, en señal de respeto de su carácter sagrado. La Virgen además lleva en su pecho una daga que representa su dolor.

La composición, sin los ángeles, recuerda mucho una imagen de La Piedad, probablemente italiana, que se venera en la ciudad de México, en el santuario dominico de su mismo nombre (destruido y hoy reconstruido en otro espacio). Esta imagen contaba, desde el temprano siglo XVII, con una leyenda de su origen milagroso: según crónicas dominicas, la obra se había encargado en Italia, pero su autor no la había terminado a tiempo, entregando solamente un bosquejo al sacerdote novohispano, diciéndole que cualquiera podría finalizarla. Al llegar a la ciudad de México, el padre les contó molesto a sus correligionarios este percance, pero al abrirla de su embalaje, encontraron la pintura totalmente terminada, lo que consideraron un milagro.

La Virgen de la Piedad fue así la imagen principal de su santuario y por lo tanto fue sumamente copiada por diversos pintores novohispanos. La obra del Museo Amparo, sin embargo, dista de este modelo en la representación de los ricos ropajes dorados, sumamente detallados, así como en la representación de los ángeles que la acompañan, quizá inspirados en otras pinturas de las cuales hay varios ejemplos y que muestran a Cristo en brazos de Dios padre, con ángeles a los lados, vestidos con túnicas con hilos dorados, mientras el Espíritu Santo vuela sobre ellos.

La Piedad del Museo debió ser obra de un artífice ajeno a los grupos de artistas más conocidos de las ciudades como México y Puebla, en dónde los pintores se interesaban cada vez más en la correcta representación del cuerpo humano. A diferencia de ello, en esta pieza, se le da más importancia a los elementos decorativos y expresivos, como las indumentarias, la sangre en el cuerpo de Cristo o las lágrimas de María y los ángeles, representadas por líneas más bien largas, enfatizando su enorme cantidad.

Esta obra, además, tiene características plásticas interesantes. En algunas zonas, como detrás de la cabeza de la Virgen, se reconoce que bajo la capa pictórica actual hay una anterior. En este momento es imposible precisar si se trata de una doble capa pictórica total, es decir, que abajo de la pintura se encuentre otra pintura completa, o bien si se realizaron modificaciones importantes de la composición, que asoman con el envejecimiento de la obra y el cambio en el índice de refracción del óleo. Si la pintura actual fue realzada sobre otra, podría deberse a un aprovechamiento de los recursos existentes, en tanto que, si fue modificada, mostraría un uso constante e interesado de la pintura, por lo que se prefirió una puesta al día o reparación, en vez de abandonarla, como ocurría con cierta frecuencia. Será interesante, por lo tanto, realizar estudios como radiografías y toma de muestras, para comprender de manera más precisa la naturaleza de esta doble capa pictórica, antes de emprender una restauración de la pieza.


[1] Héctor Schenone. Santa Maria. Iconografía del Arte Colonial, Buenos Aires (Pontificia Universidad Católica Argentina), 2008, 217 y ss

La obra representa una de las escenas más dramáticas y sentimentales del arte católico: el momento en que la Virgen María llora desconsolada por su hijo muerto, posado en su regazo. Sobre las penas maternales de la Virgen escribieron varios autores que alimentaron la tradición de la Iglesia, mostrando el dolor de María, lamentándose sobre el cuerpo lacerado y ensangrentado de Cristo, que muestra por lo tanto su carácter más humano. Solían llamar Piedad a estas obras, por inspirar el amor a Dios a través de recordar su sacrificio por la salvación humana.[1]

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