El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Silbato con figura de hombre que lanza con una honda | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Silbato con figura de hombre que lanza con una honda

Cultura Tumbas de tiro
Estilo Tuxcacuesco-Ortices
Región Sur de Jalisco y Colima
Período Preclásico tardío-Clásico temprano
Año 300 a.C.-600 d.C.
Período 9 Preclásico tardío-Clásico temprano
Año 300 a.C.-600 d.C.
Técnica

Barro modelado con pastillaje

Medidas 17.7   x 11.5  x 5.2  cm
Ubicación Sala 4. Sociedad y costumbres
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1079
Investigador

Dada su desnudez, cabe la posibilidad de que el individuo figurado sea un cazador y no un guerrero; la honda que sostiene es un arma cuyo alcance varía según su longitud y que puede tener un poder de impacto muy potente; consta de correas hechas de fibras textiles vegetales, como el ixtle, o con cuero o tendones de animales; en la imagen el hondero tiene su arma extendida ya cargada, parece estar a punto de apuntarla hacia el blanco para centrar el tiro, luego, con la mano derecha, la giraría por encima de la cabeza para disparar el proyectil, soltando uno de los extremos de la cuerda. Los proyectiles serían piedras redondeadas naturales o labradas, o de barro cocido o sin cocer. En esta pequeña escultura es notable la precisión de los detalles: además del acomodo descrito, en la honda se marcó a la mitad de la cuerda la división en la que se aloja el proyectil.

Destaca igualmente la configuración atlética del hondero, con el torso esbelto, el pene figurado, los brazos y las piernas gruesos y las nalgas resaltadas, expresando así fortaleza. La pieza corresponde a la variante “realista de ojos de pastillaje” del estilo Tuxcacuesco-Ortices y su producción puede ubicarse más bien en el actual territorio de Colima; entre las múltiples variantes de ese estilo artístico, en ésta de modo consistente, las figuras humanas se sostienen efectivamente de pie –en las otras las piernas suelen ser cónicas, sin pies—.

En la que ahora nos ocupamos incluso resaltan los maléolos o tobillos y el tamaño de los pies luce exageradamente grande, quizá como una hipercorrección, pero sobre todo apropiado para sostener la dinámica posición del individuo: con la cabeza vuelta hacia su lado izquierdo, y hacia este mismo lado ambos brazos, el izquierdo extendido y el derecho flexionado y pegado al pecho; las piernas están muy separadas y con las rodillas flexionadas.

Al compararlo con otras representaciones de honderos en la misma variante estilística, esta obra resulta singular por las dimensiones de los pies y su forma realista; si bien llama la atención que todas apuntan el arma hacia la izquierda, al parecer también en el momento en el que la dirigen ya cargada hacia el blanco, lo que implica que se trata de tiradores diestros.

Otros honderos plasmados se interpretan como guerreros y no cazadores, debido a que portan escudos en la espalda; entre las modalidades estilísticas del arte cerámico del pueblo de las tumbas de tiro, cabe la posibilidad de que sólo se hayan modelado individuos con honda en el estilo Comala; en éste los guerreros pueden usar casco y una armadura tubular en el torso.

Como es característico de este arte, el desnudo se presenta ornamentado; el hondero desnudo que vemos usa cinturón, ajorcas y un barboquejo con bandas que rodean el rostro y pasan por atrás de la cabeza, las que cruzaban la frente se han perdido. La forma rectangular que se proyecta en la parte posterior remite a una cresta de cabello, pero en especial advierto que confiere a la pieza la cualidad de silbato, ya que tiene figura de boquilla y dos orificios, uno atrás y otro lateral, además las perforaciones de los ojos indican que la cabeza está hueca y sirvió como cámara de resonancia.

En el estilo Tuxcacuesco-Ortices son numerosos los silbatos escultóricos, como éste. El hecho de que el hondero fuera también un silbato es coherente con su identificación como cazador; el silbato quizá simularía el sonido de algún animal que pretendía cazarse. En el repertorio iconográfico de este arte, en particular en los estilos ubicados en Colima, igualmente existen imágenes de cazadores con su presa y animales de caza, como patos, armadillos, jabalíes y serpientes.

Dada su desnudez, cabe la posibilidad de que el individuo figurado sea un cazador y no un guerrero; la honda que sostiene es un arma cuyo alcance varía según su longitud y que puede tener un poder de impacto muy potente; consta de correas hechas de fibras textiles vegetales, como el ixtle, o con cuero o tendones de animales; en la imagen el hondero tiene su arma extendida ya cargada, parece estar a punto de apuntarla hacia el blanco para centrar el tiro, luego, con la mano derecha, la giraría por encima de la cabeza para disparar el proyectil, soltando uno de los extremos de la cuerda. Los proyectiles serían piedras redondeadas naturales o labradas, o de barro cocido o sin cocer. En esta pequeña escultura es notable la precisión de los detalles: además del acomodo descrito, en la honda se marcó a la mitad de la cuerda la división en la que se aloja el proyectil.

Obras de la sala

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