Catalogada con el número 1628, la pieza en cuestión se trata de un cajete trípode modelado. De cuerpo recto divergente y borde redondeado, su base es recta sostenida por tres soportes sólidos de forma cilíndrica hemisférica. Cuenta con engobe del mismo color de la pasta, el cual presenta un pulido diferenciado visible en el tratamiento interior muy lustroso, mientras que el exterior, mate, evidencia un trabajo discreto.
Relacionado al acabado de superficie, se encuentra la pintura roja que decora el cajete. Ubicado en todo el borde y en el interior del mismo, se destaca una disposición concéntrica que es unido a través de tres trapecios colocados en las paredes que se asocian con los trazos verticales, en cada uno de los soportes.
Al fondo y delimitado por un círculo, se distinguen dos líneas que se cruzan, dando como resultado una forma en “X” o aspa. Dicho elemento cuadripartita, nos acerca a un concepto mesoamericano del espacio, es decir, los cuatro rumbos que conforman el cosmos, la totalidad del mundo y que en este caso se esquematiza con el fin de contenerse en la vasija.
Gracias a las características de la pieza como su forma (cajete trípode), su acabado de superficie pulido y su decoración roja, es posible vincularla al complejo cerámico Coyotlatelco, alfarería relacionada a los primeros momentos del periodo Epiclásico (650-900 d.C.). Tiempo en el que la hegemonía de Teotihuacan se desvaneció y que, junto al arribo de grupos septentrionales, dio como resultado una inestabilidad política, producto del florecimiento de nuevas ciudades estados de rasgos fuertemente militaristas, las cuales lucharon por obtener el control de las materias primas y productos vinculados a las élites.
Definida en la bibliografía especializada como rojo sobre bayo, destacan los ornamentos en formas de “S” (xonecuilli), “X”, tablero de ajedrez o líneas paralelas que ornamentan al tipo cerámico, cuya presencia es más evidente en regiones del Altiplano Central como son los valles de Teotihuacan, Toluca, Puebla-Tlaxcala, la cuenca de México o en algunos sitios del Bajío.
Hasta el momento no se tiene certeza del origen de la alfarería Coyotlatelco, pues las hipótesis consideran tres posibles respuestas. La primera plantea que su génesis se encuentra en la misma Teotihuacan, elaborada por sus propios habitantes. Por su parte, la propuesta dos establece que fueron grupos norteños quienes la introdujeron al Altiplano Central, más específicamente a la gran metrópoli. Por último, la tercera conjetura sugiere que haya sido una mezcla de ambos postulados, es decir, una cerámica híbrida constituida de las dos tradiciones.
Si bien, será a la luz de futuras indagaciones que se pueda aclarar el planteamiento, lo cierto es que su aparición se fecha para el 600/650 d.C., correspondiente a la fase Metepec, momento en el que la urbe teotihuacana comenzó su declive y a finales de esta (750 d.C.), disminuyó su extensión significativamente. Asimismo, muchos de los emblemas de poder van perdiendo su importancia a tal grado que muchos serán destruidas.
Todo parece indicar que la presencia del complejo cerámico Coyotlatelco en un área tan amplia como es el Altiplano Central, corresponde a un intercambio y comunicación constante entre las diferentes ciudades, quienes proyectaron en ella, el nuevo paradigma cerámico. Pero al ser apropiado por cada uno de los sitios, permitió la existencia de variantes regionales, ya sea en la disposición de la decoración o en las formas en las que se aplicaba.
