El hombre fue uno de los temas más predilectos del arte mesoamericano. Las piezas clasificadas con el número 610 provienen del sitio de Tlatilco, estas son vestigio de las concepciones y representaciones masculinas elaboradas por los pueblos del Preclásico. Llama la atención que estas piezas dan una idea de movimiento, mismo que se expresa mediante las extremidades.
Ambas figuras muestran un cuerpo masculino, delgado y de gran altura; las piernas son gruesas y los pies se representaron de forma abstracta, pues se les insinúa mediante pequeñas protuberancias horizontales. Los brazos son largos y, como se ha mencionado, poseen la intención de movimiento: uno de los miembros toca la zona del pecho a la altura del corazón, mientras el otro realiza un ademán similar en el abdomen, muy cerca del ombligo. Por otra parte, los individuos representados poseen manos realistas, pues están detalladas con cinco dedos que se elaboraron mediante la técnica de incisión.
Ambos personajes llevan un máxtlatl que rodea su cintura, se amarra por su costado izquierto y cubre su sexo; este detalle es de gran importancia, pues enfatiza el carácter privado de la zona genital. Algunos grupos mesoamericanos consideraban que la desnudez total no era un símbolo de belleza, sino una transgresión que debía ser solucionada mediante la utilización de ciertas prendas de vestir; esta concepción, desde luego, se reflejó en expresiones plásticas de toda índole.
Un gran número de piezas elaboradas durante el Preclásico poseen características similares que se expresan por medio de una tradición artística compartida, sin embargo, también cuentan con elementos particulares que se aprecian en los rostros y los tocados. Lo anterior permite afirmar que cada pieza es única, pues son representaciones de individuos plenamente diferenciados.
La primera figura presenta un trabajo detallado y minucioso. Los rasgos generales se realizaron por medio de la técnica de incisión: los ojos son ovalados y fueron representados con el iris marcado; la boca es alargada, fina y en esta se aprecia una perforación bucal. El personaje porta un collar elaborado en pastillaje y dos grandes orejeras que adornan su rostro; asimismo, la pieza lleva un rico tocado compuesto por una cinta que rodea la cabeza y una serie de mechones de cabello que, en la parte posterior, se transforman en una larga trenza. El resto del cabello se percibe corto y está marcado por numerosas incisiones, indicio de que los hombres mesoamericanos acostumbraban arreglar su cabellera de distintas formas.
La segunda figura es menos estilizada y llama la atención que sus ojos fueron representados por medio de dos franjas largas, posiblemente para indicar que el personaje lleva los párpados cerrados o está muerto. La nariz es puntiaguda y muy grande y los labios son gruesos y alargados; la cabeza, por otra parte, presenta deformación craneal de tipo tabular erecta. El individuo está ataviado con un par de orejeras y un sencillo tocado conformado por una protuberancia de cabello enrollado.