Respecto al arte del Occidente mesoamericano “bule” es un término común para denominar las ollas o los cántaros acinturados o de silueta compuesta por dos formas globulares, cuya forma recuerda las calabazas Lagenaria siceraria, que también son acinturadas y que secas se utilizan como recipientes. Además de bule, el fruto se conoce como guaje, calabaza del peregrino, jícaro y porongo.
Es altamente probable que este tipo de vasijas no imite a un vegetal, sino a dos vasijas superpuestas; no obstante la simplicidad de la obra, conviene resaltar sus importantes valores históricos porque el modelo antecedente se halla en la cultura Capacha, cuya antigüedad se remonta hacia los años 1500 o 1200 a.C. Este desarrollo, junto con su contemporáneo de El Opeño y el posterior de las tumbas de tiro integran una de las principales tradiciones culturales de la región occidental, distinguida especialmente por sus expresiones artísticas y costumbres funerarias.
En el marco de Capacha, el precedente se identifica en el noroeste sudamericano, en particular en el Ecuador, en donde existen piezas en las que resulta más evidente que una sola vasija pretende replicar la superposición de dos tecomates o cuencos con las paredes curvo convergentes. Esta semejanza de formas tan peculiares constituye uno de los testimonios de las relaciones que a larga distancia y por vía marítima establecieron desde tiempos remotos las sociedades de estas dos latitudes.
En la cultura de las tumbas de tiro, este tipo de recipientes no es tan abundante como en la de Capacha; si bien, en el estilo Arenal, del centro jalisciense, se hallan espectaculares bules pintados con complejas composiciones y finamente bruñidos. El que ahora nos ocupa exhibe el estilo Ameca-Etzatlán, también del centro de Jalisco; se caracteriza por una fina pasta de color gris claro, cubierta con un engobe crema y pintada con algunos detalles en rojo y negro; los recipientes de este estilo suelen mostrar paredes delgadas y una gran dureza, que indican un hábil modelado y una lograda técnica de cocción. El brillo tiene su origen en un fino pulimento o bruñido. Las manchas negras en el interior y la base pudieran indicar su uso práctico como contenedor y en relación con ello la exposición al fuego.
Respecto al arte del Occidente mesoamericano “bule” es un término común para denominar las ollas o los cántaros acinturados o de silueta compuesta por dos formas globulares, cuya forma recuerda las calabazas Lagenaria siceraria, que también son acinturadas y que secas se utilizan como recipientes. Además de bule, el fruto se conoce como guaje, calabaza del peregrino, jícaro y porongo.