Esta figura procede de Las Bocas, aldea agrícola del Preclásico que, por su ubicación estratégica al sur del actual estado de Puebla, pudo ser un importante centro de intercambio comercial entre la zona de la Costa del Golfo, Guerrero, Morelos y Oaxaca.
La pieza es, claramente, una representación femenina y, como es común en este tipo de figuras, posee rasgos anatómicos resaltados: muslos, glúteos, caderas, abdomen y senos. Los muslos y pantorrillas son muy gruesos, los contornos de su voluptuosidad están bellamente detallados y las rodillas se ven bien marcadas. Las piernas se perciben asimétricas, pues la izquierda es más corta; no obstante, el efecto puede ser intencional, para indicar que la pierna derecha está ligeramente adelantada, dando la impresión de cierta pose.
El sexo parece estar marcado mediante una tosca incisión, las caderas son muy anchas, pero la cintura es delgada y el abdomen es uniforme, aunque algo abultado en la zona del vientre que, a su vez, está rematado con un notable obligo. Los senos de la mujer, aunque de menor proporción, destacan y dan la impresión de estar firmes, culminan en grandes pezones bien marcados. Estos rasgos anatómicos son un posible indicio de que el cuerpo femenino representado es joven, esbelto y la encarnación o el ideal de la fertilidad.
Por otra parte, los brazos de la mujer son demasiado cortos en relación con los miembros inferiores, además, carecen de detalles finos, pues las articulaciones solo insinúan el brazo y el antebrazo; las manos y los pies apenas son muñones que cuentan con cuatro dedos toscos señalados mediante incisiones. Sin embargo, los brazos no dejan de ser expresivos, pues están extendidos y abiertos, dejando ver la desnudez femenina sin mayor reparo y, quizá, en una actitud receptiva.
Este tipo de figurillas comparten elementos corporales muy similares, sin embargo, la cabeza y los tocados les aportan rasgos de individualidad que, en ocasiones, pueden asociarse a un rango social. La figura aquí comentada posee un cuello fuerte, labios gruesos, una nariz pequeña y orejas con lóbulos horadados; detalles bien marcados mediante profundas perforaciones. Los ojos están representados mediante dos incisiones que se unen en el centro, formando una delgada línea que los recorre diagonalmente. La mirada posee cierta emoción, pues su arqueamiento quizá indica una actitud atenta y hasta alegre. La cabeza es desproporcionadamente grande en relación con los otros segmentos corporales, pero su exageración es ligeramente menor a la de otras piezas similares. El tocado está conformado por una banda central y dos laterales, estas poseen extensiones que bajan por detrás de las orejas y llegan hasta los hombros.
En el acabado de la figura se aprecia alisado y la presencia de pigmento rojo (cinabrio) en la parte posterior del tocado y en la perforación de la oreja derecha. Estos objetos tienen gran valor para el análisis y las conjeturas que los académicos elaboran sobre las preocupaciones religiosas de los pueblos del Preclásico mesoamericano; su hallazgo alivia, en parte, la escasez de materiales de registro gráfico de la época.