La terminología que empleamos para explicar el arte mesoamericano nos ayuda a agrupar obras y a esbozar estilos; aunque a veces no contemos con más apoyo que unos cuantos recorridos regionales y muy pocas excavaciones arqueológicas. Esa terminología suele quedarse corta a la hora de dar cuenta de los detalles, grupos específicos de piezas, variantes, opciones dentro de una región. Tal cosa sucede con la denominación Mezcala. En principio, se trata del nombre de un río afluente del Balsas. Testimonios de coleccionistas y lugareños señalaron la cuenca del Mezcala como lugar de procedencia de ciertas figuras de piedra que comparten un mismo estilo. El término se aplicó también a figuras muy similares o idénticas procedentes de la zona, en la cuneca Media del Balsas, aun si no se trataba de sitios a orillas del Mezcala.
Una de las características más sobresalientes del estilo Mezcala, según se expresa en el grupo más numeroso de piezas, es la fuerte determinación de la técnica sobre el lenguaje formal. La producción de cortes y surcos por medio del deslizamiento lineal de un punzón y su definición con un cordel tenso, probablemente fijado a un arco, que produce el desgaste, parece ser la clave de una buena parte de los trazos que apreciamos en las figuras. Ojos, nariz, boca, brazos, son líneas rectas que flanquean, cruzan o convergen en un mismo eje y parecen el resultado de desgastes idénticos y simétricos. La forma poligonal de la cabeza, a menudo pentagonal, es también un rasgo muy característico. Las huellas de un corte por desgaste son típicas de la técnica de las figuras Mezcala.
El probelma es que definiciones generales como ésta podrían explicar un ochenta porciento de las piezas Mezcala, quizá más, pero no su totalidad. Hay también piezas que tienden a la redondez de las formas y optan por más naturalismo y menos abstracción. Aunque sus dimensiones, temas, tipo de figuras, sigan relacionados con el repertorio Mezcala. Lo que no sabemos es si las variantes naturalistas, más redondeadas que angulosas, proceden de una etapa diferente al resto, o de una subregión particular. A veces se ha utilizado el concepto “chontal”, para referirse a estas piezas algo distintas del estilo Mezcala más geométrico.
Conscientes de esa limitación, la pieza que nos ocupa pertenecería a ese tipo de obras Mezcala: talla en piedra de una figura humana esuqemática pero con redondez y volúmenes; rígida pero expresiva; brazos y piernas más bien tubulares, con poco contorneado, pero en postura más o menos natural. Cuerpo tabular, pero rostro redondeado, con rasgos naturalistas en los pómulos, los labios, los ojos. En especial, los ojos muestran esa especie de hinchazón, que apreciamos en otras piezas (como la 982 de esta colección, que comparte varios rasgos con la 1000), y luego una ranura, como granos de café.
Sobre la función de estas piezas, la conjetura más viable parece ser la de su uso funerario; en donde los personajes antropomorfos, sentados o de pie, deben haber sido imágenes de los difuntos, y ocasionalmente también de sus deudos (que los acompañarían mágicamente en su viaje posterior a la muerte), y los grupos de animales, parte del séquito acompañante. La distinción entre imagen del difunto e imagen de los deudos no es muy clara; pero en este caso (el de la pieza 1000), al ser notablemente más grande que el promedio y estar sentada con las piernas cruzadas, lo más probable es que haya sido la imagen de un difunto y que presidiera el conjunto de ofrendas funerarias.
La terminología que empleamos para explicar el arte mesoamericano nos ayuda a agrupar obras y a esbozar estilos; aunque a veces no contemos con más apoyo que unos cuantos recorridos regionales y muy pocas excavaciones arqueológicas. Esa terminología suele quedarse corta a la hora de dar cuenta de los detalles, grupos específicos de piezas, variantes, opciones dentro de una región. Tal cosa sucede con la denominación Mezcala. En principio, se trata del nombre de un río afluente del Balsas. Testimonios de coleccionistas y lugareños señalaron la cuenca del Mezcala como lugar de procedencia de ciertas figuras de piedra que comparten un mismo estilo. El término se aplicó también a figuras muy similares o idénticas procedentes de la zona, en la cuneca Media del Balsas, aun si no se trataba de sitios a orillas del Mezcala.