Cultura | Tumbas de tiro |
Región | Estilo San Sebastián, Jalisco y Nayarit |
Período | Preclásico tardío – Clásico temprano |
Año | 300 a.C. - 600 d.C. |
Período 9 | Preclásico tardío – Clásico temprano |
Año | 300 a.C. - 600 d.C. |
Técnica | Escultura cerámica modelada, pulida, punzonada y pintada |
Medidas |
Largo: 51 cm |
Medidas | 28.5 x 22 cm |
Ubicación | Bóveda Prehispánico |
No. registro | 52 22 MA FA 57PJ 1064 |
Investigador |
Se identifica la escultura como un tlalcoyote. En un vocabulario del siglo XVIII el jesuita Francisco Xavier Clavijero describe al tlalcoyotl como un “cuadrúpedo de tamaño semejante a un perro mediano, que vive de bajo de la tierra”, según lo consigna el Gran Diccionario Náhuatl, de la UNAM. El animal es un mamífero de cola corta que cuenta con un denso y grueso pelaje que casi llega al suelo y da la impresión de que tiene las patas cortas; es carnívoro y construye madrigueras para descansar, almacenar alimentos y en el caso de las hembras para tener a las crías. Se le conoce también como tejón; el nombre científico de la especie es Taxidea taxus, mientras que la subespecie que habita en México se llama berlandieri. Su pelaje es de color blanco y negro en bandas alternas, siendo la central la que va desde la punta de la nariz hasta la de la cola; en esta alternancia los ojos se ven rodeados por pelaje oscuro. Este patrón de color se recreó en la imagen que nos ocupa. En su apariencia esquemática la superficie engobada en bayo fue pintada por bandas en rojo en las zonas de los ojos, alrededor del cuello, la parte inferior hasta llegar a las patas y claramente puede verse una franja central en la parte superior del torso.
Un rasgo por demás llamativo es que en cada lado del torso en su eje vertical se proyecta una cabeza, por lo que estamos ante una representación fantástica, que desde mi percepción se liga directamente con los valores simbólicos duales que se le atribuyeron en el universo mesoamericano.
En el ámbito náhuatl del altiplano central el tlalcoyote se asocia con el concepto de xolotl, que en su faceta de deidad constituye el hermano gemelo de Quetzalcóatl; ambos simbolizan a Venus, el primero como estrella vespertina y el segundo como la estrella del alba. La figuración más conocida de Xólotl es un perro y desde la lingüística Karen Dakin enfatiza sus cualidades, en particular retomo la de un dios que se transforma en diversas entidades dobles; es así que la traducción del término xólotl es la de un animal “que posee una escisión”.
El perro ha sido ampliamente estudiado y se sabe que, en el sistema taxonómico de los mesoamericanos, con arraigo en un conocimiento sofisticado de la naturaleza, se tenía como un animal propio del ámbito inframundano del cosmos, por tanto, destacaban sus calidades nocturnas, acuáticas y femeninas. Por el contrario, el tlalcoyote muy escuetamente ha sido abordado, no obstante, me parece posible extender su asociación con la idea de xolotl. En el mismo campo lingüístico el vocablo tlalcoyotl lleva implícita su vinculación con los cánidos, pues puede entenderse como “coyote de tierra”. La apariencia del tlalcoyote guarda cierta semejanza con la de los perros con pelo, y sus hábitos igualmente remiten a los cánidos. Los tlalcoyotes son más activos por la noche; sus patas anteriores tienen grandes garras y las posteriores tienen los dedos parcialmente palmeados, por lo tanto, son buenos nadadores y ya se ha mencionado que construyen madrigueras; es así que entre sus hábitats se hallan los espacios subterráneos, en donde puede alimentarse de roedores. En términos culturales seguramente es un animal que se asoció con el inframundo.
Contrario a lo que de manera tradicional se ha pensado, la cultura de tumbas de tiro, cuyo asiento abarcó un extenso territorio del antiguo Occidente de México, he sostenido que fue un desarrollo plenamente mesoamericano, en la dinámica de su proceso histórico y al participar en la construcción de sus complejos sistemas de pensamiento. Esta imagen artística del tlalcoyote, creada en un taller de ceramistas habituados al estilo San Sebastián, enfatizó el carácter dual atribuido al animal, tanto por la franja roja central que divide en dos partes su cuerpo, como por las dos cabezas que ostenta y subrayan los valores ideológicos que se le conferían en las esferas de lo mítico, lo sagrado y lo sobrenatural.