Vista de perfil es muy notorio el aplanamiento de las partes frontal y posterior de la cabeza que ostenta la escultura femenina que nos ocupa. Se trata de una modificación intencional del tipo tabular erecto que ha sido recreada artísticamente; no es una representación realista sino una que lo enfatiza y ello adquiere una enorme relevancia debido a que, junto con otros rasgos formales como la voluminosidad del cuerpo, el estado de pregnancia y la manera de sentarse, los artistas hicieron tangibles determinadas prácticas culturales, estereotipos de lo femenino y conceptos de la corporeidad. Su materialización alude los valores ideológicos que les eran asignados por la cultura tumbas de tiro, un desarrollo de muy larga temporalidad y extensa ocupación territorial en la región occidental de Mesoamérica, que abarca desde la porción sur de la Sierra Madre Occidental hasta el litoral marítimo de Colima.
Es factible que una parte de esos valores se asociaran con el ámbito religioso de lo funerario, debido a que con alta probabilidad la obra proviene de un contexto mortuorio, como parte del ajuar que acompañó a un difunto. Precisamente, en los registros arqueológicos de entierros en tumbas de tiro y cámara, en fosas y dispuestos directamente, se comprueba que la modificación cefálica fue una práctica recurrente en este desarrollo cultural, tanto en individuos femeninos como masculinos. Subrayo que dicha modificación incluso fue más frecuente en las representaciones artísticas que en el formato de esculturas cerámicas se elaboraron masivamente, lo cual nos conduce a la práxis de la imagen, con funciones distantes de las de un objeto inerte, y que en lugar de ello tendrían repercusiones trascendentales en la esfera sobrenatural, en el nivel inframundano del cosmos que a la vez es el espacio de los muertos y los ancestros y, desde luego, en el devenir de sus creadores en el mundo de los vivos, en lo político, ritual, sagrado, social y estético, como atributo de identidad individual o colectiva o de belleza.
De tal modo, en los múltiples estilos artísticos zonales que se advierten en el territorio de la cultura tumbas de tiro, la modificación cefálica es recurrente en la figuración escultórica de los humanos, al punto de convertirse en un rasgo estilístico. La de tipo tabular erecta se acentúa en los estilos Tala-Tonalá –también conocido como sheep face-, y en el Chapala; este último es el más se ajusta a la imagen femenina a la que dirigimos nuestra atención. Los dos estilos se advierten emparentados.
El realzado de la alteración cefálica prolonga la altura de la cabeza y hace que la proyección de la nariz, en este caso aguileña, parezca exagerada. En el estilo Tala-Tonalá el alargamiento de la cabeza se modeló como una tablilla adornada con bandas, ornamentación ausente en el caso de las piezas del todavía poco conocido estilo Chapala.
La procedencia de obras semejantes ha sido atribuida a sitios de la cuenca del lago de Chapala, de ahí la denominación. Su pasta se ve gris o café claro y no se distinguen restos de pigmentos. La variación de tonalidades en esta escultura obedece al proceso de cocción, seguramente en un horno de atmósfera reductora que generó ahumados, los cuales proporcionaron el color oscuro a buena parte de la superficie.
No sobra decir que en Mesoamérica la deformación intencional de la cabeza tuvo una amplia difusión. Es una alteración permanente del cuerpo que necesariamente debía efectuarse durante la primera infancia, cuando la estructura ósea de los recién nacidos conserva su plasticidad. Los antropólogos físicos detectan varios métodos: utilizando compresores rígidos sostenidos por vendajes, al modo de un aparato cefálico, o estructuras corporales, como cunas, en donde se ataba al infante. Para la modificación tabular erecta se emplearía una tablilla anterior colocada en la parte frontal superior y otra posterior, sobre el hueso occipital, que se apretarían a la cabeza mediante bandas; las dos tablillas estarían paralelas y verticales. El infante las usaría semanas, meses o incluso años.
Vista de perfil es muy notorio el aplanamiento de las partes frontal y posterior de la cabeza que ostenta la escultura femenina que nos ocupa. Se trata de una modificación intencional del tipo tabular erecto que ha sido recreada artísticamente; no es una representación realista sino una que lo enfatiza y ello adquiere una enorme relevancia debido a que, junto con otros rasgos formales como la voluminosidad del cuerpo, el estado de pregnancia y la manera de sentarse, los artistas hicieron tangibles determinadas prácticas culturales, estereotipos de lo femenino y conceptos de la corporeidad. Su materialización alude los valores ideológicos que les eran asignados por la cultura tumbas de tiro, un desarrollo de muy larga temporalidad y extensa ocupación territorial en la región occidental de Mesoamérica, que abarca desde la porción sur de la Sierra Madre Occidental hasta el litoral marítimo de Colima.