El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Figurillas de mujeres de muslos grandes con escarificaciones y un chongo grande torcido en la cabeza | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Figurillas de mujeres de muslos grandes con escarificaciones y un chongo grande torcido en la cabeza

Cultura Huasteca
Región Costa del Golfo
Período Clásico
Período 9 Clásico
Año 300-900 d.C
Técnica

Barro, modelado, puntillado, alisado, inciso, pellizcado, pastillaje 

Piezas por lote 2
Medidas 29.5   x 10.4  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1202 2
Investigador

 El lote que aquí se examina corresponde a algunas de las figurillas más grandes y finas localizadas en la región de la Huasteca. Arqueológicamente fueron nombradas con la nada descriptiva designación “tipo Pánuco C”. Esta denominación data de mediados de los años cuarenta, momento en que fueron encontradas en la región del Pánuco-Tampico, en las tierras bajas. Asimismo, suelen estar distribuidas de manera más común en la subárea del Golfo Norte, y de forma menos frecuente en la subárea Centro-norte del Golfo. Fueron adscritas al Periodo Clásico (300-900 d.C.), pero es posible que su apogeo haya sido durante el Clásico temprano (300-600 d.C.). Se trata de las figuras más llamativas encontradas en la Huasteca. 

Las figurillas de este grupo son mayormente mujeres jóvenes, desnudas o portando poca ropa, con chongos, turbantes y tocados, a veces muy elaborados. Tienen cuerpos alargados, cuellos extendidos y cinturas delgadas. A veces presentan atavíos o ropajes pintados o modelados por la cintura y collares por el cuello. Es común que manifiesten escarificaciones o tatuajes, principalmente en los hombros o en los muslos, y representados por puntos, bulbos, o filetes de barro.

Los rostros, a veces pulidos, tienen rasgos finos y ojos indicados por líneas de incisión con una perforación al centro. En muchos casos tienen la apariencia de estar viendo para arriba. Casi todas tienen orejeras grandes. Sus posturas son con frecuencia dinámicas, como de participación en alguna actividad, requiriendo movimiento corporal. Las piernas normalmente se muestran abiertas, sin sandalias u otra protección.

El porte de estas figuras es de atletas que muy probablemente practicaron alguna variante del juego de pelota. Este ritual, de por lo menos 3000 años de antigüedad en la Costa del Golfo, fue normalmente realizado por hombres con estatus de elite, especialmente del Periodo Clásico (300-900 D.C.). Sin embargo, y a diferencia de la mayor parte de Mesoamérica, en la Huasteca hay figuras de mujeres participando en este rito, sugiriendo que, por lo menos algunos formatos de esta ceremonia contaron con jugadores femeninos y tal vez con parámetros populares.

Estas figurillas fueron normalmente hechas de pastas finas y cocinadas en hornos abiertos como la gran mayoría de las piezas de este tipo en la Costa del Golfo. Es muy común que la parte central de éstas se quedaran sin cocer por completo, debido a que la temperatura de los hornos no era pareja. Asimismo, la gran mayoría se han encontrado rotas en basureros domésticos, debido a su amplio uso. No obstante, el lote que aquí se examina (“Pánuco C”) aparenta estar cocido de manera uniforme a una temperatura muy alta, como si se hubiera realizado en hornos modernos cerrados.

Las superficies no presentan manchas de oxidación, la decoloración que ocurre cuando el aire entra en contacto con objetos en proceso de cocimiento dentro de hornos abiertos. La temperatura fue tan alta y de tanta duración que pudo haber dejado las piezas excepcionalmente frágiles. Y no pocas se encuentran rotas, pero casi todas estas fracturas parecen modernas, probablemente ocasionadas por accidentes al transportarse. Un análisis enfocado en la fabricación de estas piezas debe ser considerado a futuro para despejar o definir cualquier duda respecto a la autenticidad de estas piezas.

La primera pieza del lote corresponde a una figurilla en forma de mujer con una postura ritual. Ésta fue elaborada por medio del modelado. Las piernas están abiertas en una posición común de los jugadores en el rito del juego de pelota. En la parte frontal de los muslos de las piernas tiene líneas que normalmente han sido interpretadas como bulbos, que son resultados de los procesos de escarificación, populares en la Huasteca.

No hay buenas indicaciones de ropa, y las líneas marcadas por la técnica de modelado sobre la musculatura, puestos cuando el barro estaba aún mojado antes de quemar la figura completa, si no son de escarificación, pudieran ser parte de algún atavío de uso ritual en el juego de pelota. De ser así, tal vez representen cordones o colgantes que están amarrados a un cinturón, aunque es difícil especificar con exactitud con la evidencia actual.

En los dos brazos tienen lo que parecen ser brazaletes. El cuello grueso presenta un collar gastado con forma de grano de café. El barro parece haberse quemado fuertemente y presenta un color anaranjado debajo de un engobe blanquizco que fue puesto probablemente posterior a la quema. Los dedos de las manos y pies están mostrados por simples incisiones antes de la cocción.

Su boca está abierta y en el rostro se enmarcan dos orejeras muy grandes, compuestas de ojos con perforaciones que marcan las pupilas. También, en el rostro, tiene un engobe blanquizco y como el resto de su cuerpo, fue ligeramente pulido. Sobre la cabeza lleva un elaborado chongo de pelo torcido. Se ve puesto sobre un triángulo de barro que llena el espacio detrás de la cara de la figurilla.

Detrás de la figurilla, los glúteos son muy exagerados en su forma. Algunas porciones de las piernas están ligeramente pulidas. Parece que las extremidades han sido fabricadas con pequeños pedazos redondos de barro que fueron juntados sin gran cuidado, pues presenta roturas y remendadas en varias partes.

En tanto, la segunda figurilla corresponde a un personaje femenino, modelado con escarificación en forma de bulbos en los hombros. La figura tiene largos brazos, con las manos indicadas por incisión antes de la cocción. El torso es muy delgado, los senos elevados, y los muslos muy anchos con alargadas escarificaciones o colgantes en la parte frontal. En el cuello presenta un collar en banda sobre el que cuelga un pectoral simbólico. La figurilla no parece tener ropa puesta, sin embargo, hay unas líneas que tal vez muestran un cordón, para colgantes, en la cintura.

La cara está puesta sobre un cuello ancho y enmarcado por el pelo atado hacia atrás en un enorme chongo o arreglo. Posiblemente, es más parecido a un casco encimado con una bolsa de tela para contener el pelo largo adentro. Esta forma de bonete aparece en otros grupos de figurillas, como las llamada “Pánuco A” en el Golfo Norte. Debajo del gran arreglo de pelo, detrás de la figurilla, hay una huella de algún instrumento utilizado para comprimir el barro mojado. La nariz ha sido restaurada en forma de bola. Los ojos, que no parecen ovalados, tienen la pupila marcada por incisión amplia. Las orejas son muy grandes y sostienen orejeras de dimensiones parecidas.

La parte inferior de las piernas son fuertes y los pies indicados por una simple curva con dedos marcados por incisión. Presenta glúteos exagerados, al igual que varios de los otros ejemplos de este grupo de figuras. Sobre la pieza fue colocado un engobe blanco con un ligero pulido. Esto es visible hoy en día, no tanto en la parte frontal, sino en la parte trasera de la figura.

No aparenta haber sido quemada a temperaturas demasiado altas, como algunas otras piezas del lote. No obstante, la figura muestra mucha fragmentación, probablemente causa de incidentes actuales.

La superficie manifiesta salpicaduras de puntos negros que aparecen también en algunas otras piezas. En algunas instancias parece más bien tinta negra en lugar de chapopote o también en lugar de descoloración variada debido a su presencia de tierra.

 El lote que aquí se examina corresponde a algunas de las figurillas más grandes y finas localizadas en la región de la Huasteca. Arqueológicamente fueron nombradas con la nada descriptiva designación “tipo Pánuco C”. Esta denominación data de mediados de los años cuarenta, momento en que fueron encontradas en la región del Pánuco-Tampico, en las tierras bajas. Asimismo, suelen estar distribuidas de manera más común en la subárea del Golfo Norte, y de forma menos frecuente en la subárea Centro-norte del Golfo. Fueron adscritas al Periodo Clásico (300-900 d.C.), pero es posible que su apogeo haya sido durante el Clásico temprano (300-600 d.C.). Se trata de las figuras más llamativas encontradas en la Huasteca. 

Obras de la sala

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