El lote que aquí se examina corresponde a algunas de las figurillas más grandes y finas localizadas en la región de la Huasteca. Arqueológicamente fueron nombradas con la nada descriptiva designación “tipo Pánuco C”. Esta denominación data de mediados de los años cuarenta, momento en que fueron encontradas en la región del Pánuco-Tampico, en las tierras bajas. Asimismo, suelen estar distribuidas de manera más común en la subárea del Golfo Norte, y de forma menos frecuente en la subárea Centro-norte del Golfo. Fueron adscritas al Periodo Clásico (300-900 d.C.), pero es posible que su apogeo haya sido durante el Clásico temprano (300-600 d.C.). Se trata de las figuras más llamativas encontradas en la Huasteca.
Las figurillas de este grupo son mayormente mujeres jóvenes, desnudas o portando poca ropa, con chongos, turbantes y tocados, a veces muy elaborados. Tienen cuerpos alargados, cuellos extendidos y cinturas delgadas. A veces presentan atavíos o ropajes pintados o modelados por la cintura y collares por el cuello. Es común que manifiesten escarificaciones o tatuajes, principalmente en los hombros o en los muslos, y representados por puntos, bulbos, o filetes de barro.
Los rostros, a veces pulidos, tienen rasgos finos y ojos indicados por líneas de incisión con una perforación al centro. En muchos casos tienen la apariencia de estar viendo para arriba. Casi todas tienen orejeras grandes. Sus posturas son con frecuencia dinámicas, como de participación en alguna actividad, requiriendo movimiento corporal. Las piernas normalmente se muestran abiertas, sin sandalias u otra protección.
El porte de estas figuras es de atletas que muy probablemente practicaron alguna variante del juego de pelota. Este ritual, de por lo menos 3000 años de antigüedad en la Costa del Golfo, fue normalmente realizado por hombres con estatus de elite, especialmente del Periodo Clásico (300-900 D.C.). Sin embargo, y a diferencia de la mayor parte de Mesoamérica, en la Huasteca hay figuras de mujeres participando en este rito, sugiriendo que, por lo menos algunos formatos de esta ceremonia contaron con jugadores femeninos y tal vez con parámetros populares.
Estas figurillas fueron normalmente hechas de pastas finas y cocinadas en hornos abiertos como la gran mayoría de las piezas de este tipo en la Costa del Golfo. Es muy común que la parte central de éstas se quedaran sin cocer por completo, debido a que la temperatura de los hornos no era pareja. Asimismo, la gran mayoría se han encontrado rotas en basureros domésticos, debido a su amplio uso. No obstante, el lote que aquí se examina (“Pánuco C”) aparenta estar cocido de manera uniforme a una temperatura muy alta, como si se hubiera realizado en hornos modernos cerrados.
Las superficies no presentan manchas de oxidación, la decoloración que ocurre cuando el aire entra en contacto con objetos en proceso de cocimiento dentro de hornos abiertos. La temperatura fue tan alta y de tanta duración que pudo haber dejado las piezas excepcionalmente frágiles. Y no pocas se encuentran rotas, pero casi todas estas fracturas parecen modernas, probablemente ocasionadas por accidentes al transportarse. Un análisis enfocado en la fabricación de estas piezas debe ser considerado a futuro para despejar o definir cualquier duda respecto a la autenticidad de estas piezas.
La presente pieza es una figurilla correspondiente a una mujer joven, elaborada por la técnica de modelado y con los pies y manos indicados por incisión. El torso muestra escarificación de bulbo en los hombros y un corto “taparrabo” indicado por chapopote, pero que en gran parte se ha caído. El ombligo, muy pequeño, está indicado por una perforación.
La cara tiene marcadas las cejas, y en forma angular, la nariz. Los labios son subidos y los ojos tienen un leve diseño en “V” con un punto para indicar la pupila. Presenta orejeras grandes y la cara está en una posición de tres cuartos a la derecha con respecto del axis central del torso. El cuello es largo con roturas y está remendado con pegamento moderno.
Su cabello es largo, tiene un chongo grande contraído por medio de un amarre compuesto de adornos que tienen forma de granos de café. Parece que la cabeza está compuesta de varias piezas juntas, el chongo se encuentra sobre una especie de raya que se forma entre el rostro y la parte trasera de la cabeza, con unas orejeras puestas a los extremos de esta área. Todo esto representa una masa de barro colocada sobre un cuello muy delgado.
Los glúteos están representados de forma realista y toda la parte alta de la pierna es notablemente más gorda que la parte inferior de la pierna. Los pies son anchos y no se encuentran bien formados. La postura de la figura se define con las piernas abiertas, en una posición ritual que es muy poco cómoda sin práctica. Es posible, y de hecho probable, que esta posición del cuerpo esté relacionada con el funcionamiento del juego de pelota. Una postura que permite un movimiento rápido en más de una dirección, según las circunstancias del juego.
Esta pieza es una de las más grandes del lote, con un porte casi exagerado. Su estilo – como el de otras piezas de este primer grupo – es el denominado tipo “Pánuco C”, localizadas principalmente en el área subcultural del Golfo Norte de Mesoamérica, mayormente al Norte de la Sierra Otontepec (la Sierra de los Otomíes) que atraviesa de poniente al oriente la planicie costera. Al centro de esta amplia extensión se encuentra la gran cuenca de los Ríos Pánuco y Tamesí donde se han localizado muchas de estas figuras del Periodo Clásico (300-900 DC).
Este ejemplar presenta porciones rotas, raspaduras y desgastes superficiales en varias partes. El barro, así como está expuesto, muestra que la pieza fue quemada a una temperatura más alta que la promedio para este tipo de figurillas y contiene un desgrasante fino, muy probablemente de cuarzo. Todo esto le da un visible tono de color anaranjado al barro. Se trata de un aspecto de ésta y otras piezas parecidas en este mismo grupo, que en algún futuro pudiera ser examinados con técnicas exactas para dilucidar su fabricación.