Figura de pequeñas dimensiones esculpida en piedra que representa a un personaje masculino, probablemente un enano sentado.
Algunos detalles arrojan información importante sobre la fisonomía del individuo representado, especialmente se advierte una descompensación en el tamaño de su cabeza con respecto a sus extremidades; las piernas y brazos tienen un tamaño muy reducido con respecto al tronco y la cabeza, rasgos que sugieren que el protagonista padecía de acondroplasia o enanismo.
La visión lateral de la imagen evidencia aún más esta descompensación: una gran cabeza sin cabello resalta la modelación cefálica tabular oblicua pseudo anular, que hace que el cráneo se yerga hacia arriba en forma trapezoidal, alargando la nariz y resaltando y remarcando los ojos abiertos, expresivos, semicirculares y oblicuos.
Las orejas tienen los lóbulos perforados, probablemente porque iban adornados con orejeras de jadeíta. La boca ligeramente entreabierta, junto con la mirada del personaje, generan expresividad en el rostro.
Los pequeños brazos reposan sobre el pecho con las manos abiertas, mientras que las piernas, tal vez un poco zambas, como característica particular de la enfermedad, están plegadas en posición sedente. El torso es ancho y de vientre prominente, otro rasgo de esta malformación. Por debajo del vientre se advierte un faldellín que cuelga por delante entre las piernas, que cruza y cubre por debajo de la espalda.
El enanismo entre los mayas fue una malformación muy valorada, tanto que estos pequeños personajes se encuentran siempre formando parte de la corte real e incluso algún texto les menciona como escultores. El Museo Amparo cuenta con otras pequeñas figuras que reproducen enanos, como la pieza 1639, en cuya ficha se describen con mayor detalle las particularidades de estos personajes, su posición social y las actividades que llevaban a cabo dentro de la corte maya.