Aunque el estilo de los artesanos de la Fase Manantial escapa a representaciones en extremo naturalistas de su entorno, no por eso se dejaron de elaborar piezas que nos hablan de su realidad. Así como existe una estandarización en la forma y uniformidad en las técnicas de elaboración de los rostros y cuerpos, se aprecia también esa libertad para modelar maravillosos tocados y peinados complejos o simples.
Las figurillas femeninas son grandes protagonistas de etapas tempranas de las sociedades mesoamericanas, sin embargo, aunque su feminidad es un tema recurrente y sobremanera importante en el pensamiento de estos grupos, su repertorio temático abordó aspectos que podemos apreciar en otras piezas de esta misma colección.
La figurilla que aquí se observa muestra a una mujer de pie, cuyos brazos posiblemente se encontraban extendidos a los lados de su torso, su factura mantiene los cánones de las piezas de este tipo, como las piernas gruesas y redondas elaboradas con tiras de arcilla cuyo doblez en la punta indica la presencia de pies.
Tiene el rostro típico con los rasgos señalados mediante modelado y aplicaciones de pequeñas tiras de arcilla para formar los ojos, en tanto que el punzonado marca la pupila, así como la boca. Su nariz un poco ancha se une a las cejas, formadas por un reborde que traza una línea casi horizontal que cruza todo lo ancho del rostro por encima de los ojos. Lleva como ajuar las orejeras circulares comunes a estas figurillas. Tiene un peinado sencillo, sujetado por una banda simple sobre la cabeza. En él se observa un flequillo sobre la frente y largos cabellos que caen sueltos sobre los hombros hasta llegar al vientre; por su acabado, no parecen estar trenzados como en otros ejemplares.
La pieza conserva bastante bien los restos del engobe ocre o amarillo con el que fue cubierta, así como detalles del pigmento rojo que sirvió como decoración de la figurilla. Este último se encuentra en boca, orejeras, cabellera y en las extremidades inferiores.
Sobresalen de entre todos estos elementos, las dimensiones de su tórax que se observa abultado hasta el punto de la deformidad. Quizás podría pensarse que esta pieza refleje a una mujer en un estado muy avanzado de embarazo, no obstante, se puede identificar que el ombligo se encuentra marcado mediante el característico punzonado circular y no tiene representados los pechos, además de que resulta evidente que no sólo el vientre presenta crecimiento sino que el cuerpo abombado se puede percibir incluso desde la vista posterior, inclinando al personaje hacia delante.
Esta pieza, más parece corresponder con la representación de una persona con ascitis que una mujer cercana al parto. Este padecimiento, que consiste en la acumulación de líquido en el área del abdomen, provoca una grave inflamación que desemboca en una deformación del cuerpo.
Entre las antiguas sociedades mesoamericanas, como ha sido reportado en innumerables estudios, cierto tipo de condiciones, padecimientos o deformidades en las personas se relacionaron cosmológicamente con númenes o deidades muy específicas. En el caso de los ascíticos, la misma forma que adquirieron y la enfermedad vinculada con la contención de un líquido, provocó una fuerte asociación con los complejos de dioses del agua. No en vano, existen vasijas, ollas particularmente, a las que se les decora con los atributos característicos del dios Tláloc en épocas posteriores.