Algo característico de las ofrendas funerarias durante la época preclásica es que dan cuenta del vasto repertorio artesanal con que los pobladores ofrendaron a sus muertos. La alfarería preclásica logró generar formas, acabados y decoraciones de una gran calidad.
Esta pieza, particularmente, muestra gran destreza en su elaboración. Consiste en una vasija con cuerpo de silueta compuesta o quebrada, que desde la base plana se ensancha para luego cambiar de sentido abruptamente y cerrarse hacia el cuello, formando en el centro de la misma una arista horizontal que acentúa el carácter del recipiente. Del extremo superior del cuerpo, se extiende hacia arriba el cuello largo de la pieza; sin embargo, a diferencia de la mayoría de las vasijas de este tipo, el cuello no continúa recto hasta su borde, sino que ostenta también una silueta compuesta generada mediante dos secciones curvo-divergentes, provocando nuevamente una arista horizontal en el medio del cuello.
A este tipo de objetos se les conoce como botellón, son característicos de la época preclásica y existe una gran variedad de ellos. El que aquí se observa presenta una bella manufactura y decoración. El detalle en el cuello le agrega textura a la vista del objeto, además de que la pequeña boca de borde biselado hacia afuera le brinda simetría.
Una vez modelada cada una de sus secciones y concluida la forma de la pieza, ésta fue cubierta con un baño de engobe color café claro para posteriormente ser decorada con pintura roja, todo esto antes de la cocción. Por otro lado, el acabado de la pieza no podría ser más acorde al cuidado de su manufactura, pues ésta fue pulida con esmero hasta lograr un lustre que resalta aún más debido a la complejidad de su forma. En este sentido, es común observar que los pigmentos se vean ligeramente difuminados debido a la fricción del pulidor, aunque cabe mencionar que el delicado pulido no se observa al interior del cuello, el cual presenta un alisado burdo.
Por otra parte, es usual observar en los botellones de este estilo que el cuello se encuentre completamente pintado de rojo, en tanto que el cuerpo exhibe distintos motivos. Aquí los diseños consisten en gruesas líneas que forman ya sea pares de rombos concéntricos, o elementos triangulares si se considera cada sección de la vasija. En este sentido, destaca cómo la conformación angular de la pieza recalca la sensación de geometría que aportan los trazos.
Resulta interesante contrastar la variedad de formas que tuvieron los botellones durante el Preclásico y cómo para épocas posteriores entraron en desuso, quedando como testigos de la creatividad y destreza de los alfareros de las sociedades preurbanas cuyas piezas no encontraron paralelo en épocas más tardías.