Cultura | Culturas del Centro-Sur de Veracruz |
Región | Costa del Golfo |
Período | Clásico tardío |
Año | 600-900 d.C |
Período 9 | Clásico tardío |
Año | 600-900 d.C |
Técnica | Barro moldeado |
Medidas | 14.3 x 12.5 x 5.1 cm |
Ubicación | Bóveda Prehispánico |
No. registro | 52 22 MA FA 57PJ 66 |
Investigador |
La Costa del Golfo, y en especial el área conocida como el Centro de Veracruz, fue objeto a lo largo del desarrollo prehispánico, de una serie de contactos poblacionales e intercambios materiales con diversas sociedades establecidas en diferentes regiones de Mesoamérica, en especial entre el Altiplano Central, y de manera particular, entre los valles de Puebla-Tlaxcala y la planicie costera del Golfo de México, que a su vez la comunicaba con el área maya, gracias a su buena ubicación geográfica que permitió el establecimiento de rutas de comunicación que seguían el curso de los ríos Atoyac, Blanco y Cotaxtla.
Entre los materiales comercializados a través de rutas fluviales, se encuentran las cerámicas de arcilla caolinítica, Naranja fino y Gris fino cuya producción se situó durante el Clásico tardío en el sur de Veracruz, Tabasco y Chiapas, mismas que a través de los ríos Blanco y Papaloapan, llegaron a distribuirse, por un lado, hasta Belice y Honduras, y por otro, hasta el Altiplano Central (Daneels, 2012).
Otra evidencia de contactos a largas distancias se muestra en la figurilla que aquí nos ocupa, la cual comparte el mismo contexto temporal con las cerámicas arriba descritas. Esta figurilla forma parte del complejo de representaciones que ha sido identificado principalmente en el sitio de Nopiloa (dentro del actual municipio de Tierra Blanca) conocido como “figurillas mayoides” del Centro-Sur de Veracruz, debido a su afinidad en manufactura con las figurillas mayas de Tabasco y Campeche.
Las “figurillas mayoides” se caracterizan por presentar pastas finas en colores claros, principalmente en color crema o anaranjado, están pintadas, portan vestimentas ricamente decoradas en diseños de grecas, serpientes entrelazadas y el ollin (Ladrón de Guevara, 2012; Daneels, 2012). Están huecas, presentan una deformación craneana tabular oblicua, algunas tienen sus brazos articulados y muchas de ellas se les han atribuido un uso como sonajas, además de que están relacionadas con contextos funerarios como partes de ofrendas vinculadas a entierros secundarios (Torres y Beauregard, 2002).
La figurilla aquí tratada es una pieza pequeña, representa una mujer que tiene su cabello suelto y dividido a la mitad, mismo que llega más allá del nivel de los hombros. Porta orejeras circulares y un collar de cuentas. Su vestimenta está ricamente decorada, lleva lo que podría ser un quechquémitl que cubre sus senos y presenta diseños de entrelaces; además de una falda cuya decoración está dividida en una serie de líneas horizontales en las cuales hay representaciones de chalchiuis.
Sus brazos están levantados con las palmas de las manos puestas hacia el frente, en ambas manos lleva pulseras formadas por dos hileras de cuentas posiblemente de piedras verdes.
La figurilla es hueca y está pintada en color crema. Por el atavío que muestra esta representación femenina, seguramente formó parte de la élite y tuvo un importante papel en la sociedad.