La cultura huasteca del Posclásico aportó mucho a la cosmovisión mesoamericana; dioses, leyendas e historias, así como trabajos de concha, cerámica y escultura nutrieron principalmente el bagaje mexica. Pensar en los huastecos refiere a la imaginativa de la cultura náhuatl de lo erótico y perverso como lo menciona Patrick Johansson, sin embargo, muchos de los conceptos culturales surgen de ahí; fiestas, rangos militares, cultos y otras cosas se convirtieron en íconos después de las conquistas por Axayacatl y Tizoc.
La imagen de la diosa Tlazolteotl en el contexto mesoamericano del Posclásico fue muy importante como diosa de la pasión y lujuria o comedora de las inmundicias, es decir, de las faltas cometidas por adulterio en la sociedad mexica. Su origen parece darse en la Huasteca y después apropiada por el imperio, pues en esa región se tiene una representación abundante de esculturas con las características de la diosa, así como los elementos iconográficos hacen referencia al estilo huasteco.
Esta pieza es un fragmento de escultura de 34 cm de ancho por 44.5 cm de alto, con un peso de 32 kg, lo que indica que completa pesaba más de 80 kg. Está rota en el gorro y a la altura del esternón con una ligera inclinación a su lado derecho. El rostro antropomorfo sobresale de la figura, es de forma triangular con el mentón redondeado; los ojos son semioblicuos y profundos, no se observa marca de pupilas y tiene bien marcados los arcos superciliares. La nariz está rota, pero se conserva el puente recto; de la boca no queda rastro, sólo un hueco que demarca la ubicación.
La pieza frontalmente se ve triangular por la posición de los brazos, cabeza y gorro. Sus adornos consisten en orejeras circulares planas grandes, una banda gruesa que corre horizontalmente por la frente y de ella desplanta un gorro cónico típico de la iconografía huasteca, debajo de la banda, concretamente en la frente se tienen marcadas por lo menos siente incisiones verticales que se observan principalmente a la altura del ojo derecho, por el desgaste de la pieza quizá esas incisiones se encontraban a lo largo de toda la banda.
La posición de las extremidades superiores pegadas al cuerpo y flexionadas a 90° sobre el vientre donde descansan las manos es la posición típica, pero no única, de la diosa Tlazolteotl; esa posición indica regularmente la ingesta de pecados. El brazo derecho está visiblemente roto en la sección correspondiente a la mano, justo en ese faltante se observa un tallado cónico tipo reloj de arena, se ve completo en su parte superior y en la inferior se ve la parte de la punta redondeada de la perforación, la pieza fue también un portaestandarte, que en la escultura huasteca es común encontrar la posición de la mano sobre el pecho como en los adolescentes de Tamohi (San Luis Potosí) y Jalpan (Querétaro).
En los costados de la escultura se observan los hombros y la continuación de la banda horizontal de la frente, en su parte posterior la marca de los brazos y una línea horizontal a la altura de inferior de la banda.
La cultura huasteca del Posclásico aportó mucho a la cosmovisión mesoamericana; dioses, leyendas e historias, así como trabajos de concha, cerámica y escultura nutrieron principalmente el bagaje mexica. Pensar en los huastecos refiere a la imaginativa de la cultura náhuatl de lo erótico y perverso como lo menciona Patrick Johansson, sin embargo, muchos de los conceptos culturales surgen de ahí; fiestas, rangos militares, cultos y otras cosas se convirtieron en íconos después de las conquistas por Axayacatl y Tizoc.