La Huasteca, es un territorio húmedo y descrito por los primeros cronistas españoles como de “grandes calores”. Se extiende junto a la costa del Golfo de México haciendo propios territorios del norte de Veracruz y el sur de Tamaulipas. A la altura de Tampico se interna en las llanuras aluviales de San Luis Potosí, mismas que se antojan interminables a la altura del río Tamuín. Los poblados de habla huasteca continúan en las montañas de Hidalgo y en la Sierra Gorda de Querétaro, se trata de una inmensa área cultural de Mesoamérica cuya unidad lingüística en realidad la define de mejor manera que una verdadera unidad cultural a través del tiempo.
Ciertamente hay rasgos que comparten sus antiguas ciudades, la arquitectura y sus fabulosas esculturas, aunque es el estilo artístico el que a pesar de sus mudanzas supo regular las manifestaciones plásticas de toda época. Aunque la escultura en piedra alcanzó una evidente notoriedad, lo mismo puede decirse de sus asombrosas tallas en conchas marinas, las piezas cerámicas fueron las que acompañaron el desarrollo cultural de la Huasteca desde tiempos inmemoriales, particularmente las figurillas que retratan a mujeres desnudas, las representaciones de jugadores de pelota y más hacia el Posclásico, una elegante cerámica fabricada en arcillas blancas y pintada con motivos negros que fue sumamente apreciada en el nororiente de Mesoamérica.
La figura de barro que aquí es motivo de nuestra atención probablemente hace propia la imagen de una mujer si es que tenemos en cuenta que se trata de un tema recurrente de la alfarería y que suele señalarse a través del modelado de los senos. En este caso se muestra sentada, completamente desnuda, apenas adornada con collar y orejeras. El color del barro, la técnica del bruñido, sugieren que fue obtenida en la cuenca baja del río Pánuco antes de formar parte de la colección prehispánica del Museo Amparo. El mismo rostro, sus rasgos, encajan bien en las convenciones seguidas por los alfareros del norte de Veracruz en el Clásico tardío (ca. 600 d.C.). Se trata de un acercamiento formal a la plástica de la civilización de El Tajín pero que no renuncia a las tradiciones propias.
El cuerpo, una cierta facilidad de acortar el desarrollo normal de las extremidades, y una singular manera de resolver las manos dejando visibles sólo cuatro dedos, corresponden a normas estilísticas que vienen de muy antiguo. Pero nuestra figurilla, por alguna extraña razón, fue consolidada en su oportunidad dejando en partes de ella –casi siempre en los pliegues del cuerpo o en sus uniones con los cordoncillos de barro- un poco de tierra que terminó pegada como resultado de la aplicación de una serie de sustancias.
Esta tierra es el testimonio incidental de su yacimiento de origen y hoy en día es de gran ayuda para determinar su lugar de procedencia. Gracias a ello es posible señalar con mayor grado de certeza que estos remanentes de suelo son muy similares a los que podrían encontrarse en la cuenca del Pánuco y muy diferentes a los esperables en zonas montañosas, hasta cierto punto, en las propias riberas del río Tamuín.
La Huasteca, es un territorio húmedo y descrito por los primeros cronistas españoles como de “grandes calores”. Se extiende junto a la costa del Golfo de México haciendo propios territorios del norte de Veracruz y el sur de Tamaulipas. A la altura de Tampico se interna en las llanuras aluviales de San Luis Potosí, mismas que se antojan interminables a la altura del río Tamuín. Los poblados de habla huasteca continúan en las montañas de Hidalgo y en la Sierra Gorda de Querétaro, se trata de una inmensa área cultural de Mesoamérica cuya unidad lingüística en realidad la define de mejor manera que una verdadera unidad cultural a través del tiempo.