En la base se distingue todavía bajo el intenso pulimento la espiral del enrollado con el cual se formó la vasija. La forma singular que combina el cuerpo cúbico y el cuello cilíndrico atestigua el dominio del arte de la alfarería propio de la cultura Chupícuaro; logró una notable plasticidad del barro sin menoscabo de su solidez. La elegancia de la pieza es subrayada por la sencillez de su decoración: un simple ribete con incisiones encierra la garganta a modo de collar.
En la base se distingue todavía bajo el intenso pulimento la espiral del enrollado con el cual se formó la vasija. La forma singular que combina el cuerpo cúbico y el cuello cilíndrico atestigua el dominio del arte de la alfarería propio de la cultura Chupícuaro; logró una notable plasticidad del barro sin menoscabo de su solidez. La elegancia de la pieza es subrayada por la sencillez de su decoración: un simple ribete con incisiones encierra la garganta a modo de collar.