Cultura | Tradición Xochipala |
Región | Cuenca media del Balsas |
Período | Preclásico temprano-Preclásico medio |
Año | 1200-600 a.C. |
Período 9 | Preclásico temprano-Preclásico medio |
Año | 1200-600 a.C. |
Técnica | Barro modelado con finas y abundantes aplicaciones de pastillaje |
Medidas | 20.6 x 11.2 x 5.6 cm |
Ubicación | Sala 4. Sociedad y costumbres |
No. registro | 52 22 MA FA 57PJ 753 |
Investigador |
Según un consenso actual, es muy probable que esta obra sea contemporánea al desarrollo casi panmesoamericano del estilo olmeca, así como a las culturas de sitios como Tlatilco y Tlapacoya en la cuenca central de México y a las de El Opeño y Capacha asentadas en la región Occidente, entre otras, cuya temporalidad se ubica entre los años 1200 y 400 a.C.
Se trata de un período temprano de la historia precolombina de México en el que se advierte una intensa interacción entre las sociedades, la cual conlleva una ideología compartida así como realizaciones con fuerte acento local. De tal manera, el estilo Xochipala, que exhibe nuestra escultura, es singular y a la vez muestra cierto parecido con algunos de los tipos escultóricos cerámicos identificados en el Altiplano Central mexicano. Conviene sobre todo enfatizar su carácter realista único, desafortunadamente muy poco estudiado, al igual que la cultura que le dio origen y de la que lo más reconocido hasta el momento es una producción artística que se manifiesta en figuras humanas cerámicas modeladas en pequeño formato.
Xochipala es un pueblo serrano localizado en la cuenca del río Mezcala, en las estribaciones de la Sierra Madre del Sur, se ubica en la región Centro del estado de Guerrero. El Zacatoso, Las Mesas, Las Tejas y Llano Delgado son algunos sitios con vestigios funerarios en la zona de Xochipala donde se ha reportado el hallazgo de obras como la que vemos.
Los volúmenes se trabajaron de modo integral, tanto por el frente como por detrás, las facciones faciales son finas, las proporciones anatómicas corresponden con los modelos naturales y los detalles fueron minuciosamente ejecutados, según se ve en los cabellos, el leve resaltado de las cejas, mejillas y la barbilla, en los párpados, globos oculares y pupilas, los orificios nasales, la boca con los labios y la dentadura, los dedos de manos y pies, los pezones, el ombligo, las articulaciones y los músculos corporales, de modo que los antiguos artistas de Xochipala materializaron un concepto de realismo plástico muy cercano al que prevalece en la actualidad.
El repertorio iconográfico es variado: mujeres y hombres desnudos y sin ornamentos, aunque con delicados peinados simples o con alguna vestimenta, como capas, faldas y máxtlatl. La diversidad de posturas es notable, usualmente los brazos están separados del torso y, en particular, es oportuno destacar los atuendos que indican un sentido ritual, entre éstas se hallan sonajeros, jugadores y jugadoras de pelota y personajes con trajes de plumas, como el que nos ocupa.
Nuestro hombre-ave porta una especie de gorro con una protuberancia cónica en la parte posterior, luce grandes orejeras circulares, la pintura roja en el cuello, las manos y los pies acentúa que se porta un traje. De ese mismo color sobresale en la espalda, a la altura de la cintura, un amarre del que cuelga una larga cinta, y de nuevo se hace notar que el individuo viste una piel diferente.
Por medio del pastillaje o diminutas aplicaciones de barro sobrepuestas se formó cada una las plumas delgadas y de largo medio. La imagen evoca un ritual en el que el personaje se transforma en ave y adquiere, en principio, la propiedad de volar y ascender al estrato superior del universo. Asimismo, está implícito el arte de la plumaria y con ello un conocimiento agudo de las aves, su cría para aprovechar las plumas, el desarrollo de tecnologías para fabricar múltiples objetos, al igual que las diferentes significaciones y simbolismos atribuidos a la variedad de especies.
De la especificidad de los mensajes de la imagen que no alcanzamos a comprender las manos son una muestra: la derecha está extendida y la izquierda empuñada, más que un acomodo simple, parecen ademanes con significados culturales especiales.