El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Olla trípode con forma de hocofaisán | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Olla trípode con forma de hocofaisán | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla

Olla trípode con forma de hocofaisán

Cultura Desconocida
Región Desconocida
Período Desconocido
Período 9 Desconocido
Técnica

Barro modelado e inciso

Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 1054
Investigador

Es muy probable que esta obra se haya realizado en la región occidental de Mesoamérica. En principio, recuerda las abundantes y famosas figuraciones de fauna de estilo Comala, del valle de Colima, el cual se inscribe en la cultura de las tumbas de tiro; sin embargo, en tal estilo las vasijas con formas de animales son predominantemente cántaros con los hombros muy resaltados y están bruñidas; en este caso, se trata de una olla –tiene la boca más ancha que un cántaro– y el cuerpo es semiesférico y sólo está pulida, carece del brillo propio del bruñido. En la misma cultura, la opacidad y los ojos al pastillaje pudieran vincularse con el estilo Tuxcacuesco-Ortices, del sur de Jalisco y Colima, pero sus imágenes de animales suelen ser pequeñas esculturas o instrumentos musicales. Al margen de la cultura específica a la que pertenece, es factible atender otros asuntos. Según se identifica, el ave plasmada es un hocofaisán hembra.

El nombre náhuatl del hocofaisán es tepetototl y el maya yucateco k´anbul. En la religión maya antigua se ha ligado con la faceta nocturna de la deidad suprema celeste, en contraparte del quetzal que representa el aspecto diurno; en la cosmovisión mesoamericana en general se relaciona con el agua, la fertilidad y el maíz. Los estudios respecto a esta ave en las sociedades del México antiguo son restringidos; si bien se sabe de su domesticación, que su carne era comestible y se aprovechaban las plumas. Su denominación  científica es Crax rubra; es del orden galliforme y pertenece a la familia de los crácidos.

Los rasgos que permiten reconocerlo en la pieza cerámica son la cresta erecta de puntas rectas, el pico corto y robusto, la ligera curvatura en la garganta, el tamaño medio del cuerpo globular y la cola de largo y ancho mediano con las puntas rectas que se inclina hacia abajo en línea recta. La especie exhibe dimorfismo sexual, de tal modo, los machos tienen una protuberancia carnosa sobre el pico –llamada carúncula – que, como es evidente, está ausente en nuestra pieza; igualmente puede identificarse como hembra por la coloración café rojiza de la vasija, ya que los machos tienen el plumaje mayormente negro. Es un ave terrestre: hace sus nidos en la parte baja de árboles, y pasa gran parte del tiempo en el suelo picoteando y rascando. Su hábitat natural son los bosques tropicales y subtropicales; en la actualidad se halla en peligro de extinción.

Es muy probable que esta obra se haya realizado en la región occidental de Mesoamérica. En principio, recuerda las abundantes y famosas figuraciones de fauna de estilo Comala, del valle de Colima, el cual se inscribe en la cultura de las tumbas de tiro; sin embargo, en tal estilo las vasijas con formas de animales son predominantemente cántaros con los hombros muy resaltados y están bruñidas; en este caso, se trata de una olla –tiene la boca más ancha que un cántaro– y el cuerpo es semiesférico y sólo está pulida, carece del brillo propio del bruñido. En la misma cultura, la opacidad y los ojos al pastillaje pudieran vincularse con el estilo Tuxcacuesco-Ortices, del sur de Jalisco y Colima, pero sus imágenes de animales suelen ser pequeñas esculturas o instrumentos musicales. Al margen de la cultura específica a la que pertenece, es factible atender otros asuntos. Según se identifica, el ave plasmada es un hocofaisán hembra.

Obras de la sala

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