Por su tamaño, la cubierta crema bruñida, la forma general del cuerpo, el pliegue del vientre y las rodillas, las piernas rectas y los hombros anchos, esta figurilla se acerca mucho a la pieza 805 de la colección del Museo Amparo, pero presenta más de un enigma.
Aunque a primera vista, el pliegue del vientre podría interpretarse como una alusión al embarazo, es notable la ausencia de los caracteres sexuales, comúnmente subrayados en esta tradición de figurillas para expresar la feminidad: no hay ni incisión para marcar el sexo ni senos. Las pequeñas bolitas de barro aplicadas sobre los hombros aluden quizás a escarificaciones u otro tipo de ornamento; aparecen en esta tradición tanto en figurillas femeninas como masculinas, aunque son mucho más frecuentes en las esculturas de barro de la tradición de las tumbas de tiro, en particular en las pequeñas figurillas de Colima.
La pieza comparte con el grupo de cuatro figurillas 812 de esta misma colección los ojos en forma de diamante, así como el énfasis en el ancho collar. Quizás las grandes orejeras en forma de flor que ostentan a menudo personajes claramente masculinos fueron consideradas en este caso como suficientes para precisar sin lugar a duda el género del personaje. Por otra parte, las bandas que se entrecruzan sobre el pecho y el extraño cuerno o chongo en lo alto de la cabeza son elementos fuera de lo común cuyo significado nos escapa pero que sin duda eran inconfundibles para las personas a las cuales estaba dedicada esta pequeña efigie.
Por su tamaño, la cubierta crema bruñida, la forma general del cuerpo, el pliegue del vientre y las rodillas, las piernas rectas y los hombros anchos, esta figurilla se acerca mucho a la pieza 805 de la colección del Museo Amparo, pero presenta más de un enigma.