El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Ave bicéfala en vuelo | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Ave bicéfala en vuelo

Cultura Chupícuaro
Región Valle de Acámbaro, Guanajuato
Período Preclásico tardío
Año 400-100 a.C.
Período 9 Preclásico tardío
Año 400-100 a.C.
Técnica

Barro modelado y policromado

Medidas 11.6   x 25  x 11.9  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 782
Investigador

Jacqueline Larralde de Sáenz, quien coleccionara originalmente esta obra, identificó en ella un pato en vuelo. Son dos vasos unidos por una forma rectangular, en cuyos dos lados exentos se proyecta una cabeza de ave; tienen el pico achatado y es factible que sean de pato. En efecto, las dos vistas principales tienen la apariencia de un ave en vuelo, los vasos son las alas.

Respecto a esta obra es factible señalar los múltiples valores culturales del pato, los relativos a su aprovechamiento, los vinculados con sus hábitos, lo estacional y el medio acuático, y desde luego los simbólicos y religiosos, no obstante, de un modo extraordinario destaca la sensibilidad y creatividad del artista para plasmar, a partir de elementos no figurativos, la imagen de una ave en movimiento, en principio con atributos fantásticos por ser bicéfala.

La obra corresponde al periodo de auge de la cultura Chupícuaro, durante los cuatro siglos previos al inicio de nuestra era. Casi toda fue pintada de color rojo, la excepción es la parte baja interior del prisma rectangular que une las dos vasijas; es hueca, sin base y presenta algunas perforaciones por las que, quizás, pudo pasar alguna cuerda para que la pieza colgara y se moviera.  

En negro y crema se pintaron algunos motivos simples en la pared externa de los vasos, en lo básico son líneas rectas y zigzagueantes; las últimas están en acomodos diagonales, evocan alas desplegadas y en vuelo: suben y bajan. Las dos cabezas tienen el pico negro, son de tamaño distinto y se pintaron con motivos diferentes. En la más grande se ven dos diminutas líneas verticales en el eje central y en el transversal dos triángulos lineales escalonados. En la cabeza pequeña únicamente se pintó, en el eje transversal, una forma sólida que remite a los dos triángulos unidos. Tomando en consideración las dos cabezas, que son diferentes en tamaño y diseños decorativos, y se dirigen hacia rumbos opuestos, la imagen podría representar el vuelo de ida y de regreso de una misma ave o tipo de ave, la cual crecería en el transcurso del viaje o adquiriría significaciones diferentes. Posiblemente en la obra se plasmó un ave migratoria.

Tal como se dijo, los picos pudieran corresponder al pato; es un ave acuática y algunas de sus especies son migratorias, lo cual nos lleva directamente a la zona fluvial y lacustre en la que se asentó la cultura Chupícuaro. Se trata del valle de Acámbaro, en el sureste de Guanajuato; asimismo, su extensión se ha registrado en la zona colindante de Michoacán, en la cuenca del lago Cuitzeo.

Ante el desconocimiento de la identidad étnica y lingüística de los portadores de este desarrollo, su nombre se tomó de una localidad que fue cubierta por la presa Solís en 1949; previamente, se hicieron labores de rescate arqueológico. El antiguo sitio de Chupícuaro se situaba en la confluencia de los ríos Lerma y Tigre o Coroneo. En la actualidad, la presa Solís, como un lago artificial, continúa siendo el destino de numerosas aves acuáticas migratorias que provienen del norte y occidente del país; en tiempos precolombinos el fenómeno debió ocurrir con mucha mayor intensidad en torno a los cauces fluviales originales y el lago de Cuitzeo. Los patos destacan entre esas aves; recientemente algunas de las variedades detectadas son las llamadas: canadiense, mexicano o garbancero o trigueño, golondrino y chalcuán.

En este orden de ideas, la vasija doble que figura un ave en vuelo de ida y de regreso, expresa un contexto natural y su interpretación en la cosmovisión de una sociedad, y desde luego, la sobresaliente creatividad de un artista de la cultura Chupícuaro.

Jacqueline Larralde de Sáenz, quien coleccionara originalmente esta obra, identificó en ella un pato en vuelo. Son dos vasos unidos por una forma rectangular, en cuyos dos lados exentos se proyecta una cabeza de ave; tienen el pico achatado y es factible que sean de pato. En efecto, las dos vistas principales tienen la apariencia de un ave en vuelo, los vasos son las alas.

Obras de la sala

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