El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico
Vasija plomiza con soporte anular | El México antiguo. Salas de Arte Prehispánico | Museo Amparo, Puebla
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Vasija plomiza con soporte anular

Cultura Tolteca
Región Altiplano central
Período Posclásico temprano
Año 900-1200 d.C.
Período 9 Posclásico temprano
Año 900-1200 d.C.
Técnica

Barro modelado, alisado, bruñido e incisiones

Medidas 21.5   x 11.5  cm
Ubicación Bóveda Prehispánico
No. registro 52 22 MA FA 57PJ 104
Investigador

Los restos materiales son expresiones culturales de sociedades que vivieron en el pasado; el conocimiento de su distribución espacial y temporal ha sido usado para explicar cambios en el desarrollo cultural de los pueblos. Estas evidencias culturales son más importantes para conocer el pasado de los pueblos, cuanta menos información documental se tenga sobre ellos.

Así, los arqueólogos se dedican a descubrir, rescatar y analizar estos restos materiales dejados en el paso de las sociedades por el tiempo. Uno de los más comunes, debido a que se conserva mejor a lo largo de los siglos, es la cerámica. El tipo de barro, la apariencia, la forma de las vasijas y su decoración dan información sobre los cambios culturales ocurridos en una sociedad, así como su distribución, sus contactos con otros pueblos y el momento en que aparecieron.

Este tipo de vasijas, llamadas plomizas por su apariencia grisácea y brillante, tuvieron una gran distribución en diversas partes de Mesoamérica durante la época del dominio tolteca, es decir, en el Posclásico temprano, entre el año 900 a 1200 d.C., y se les ha identificado como cerámica tolteca de comercio.

Las vasijas plomizas o “plumbate”, muy apreciadas en su tiempo por su apariencia vidriada y su dureza, se hicieron famosas en la arqueología mesoamericana, pues cobraron gran interés por su amplia distribución en regiones tan alejadas entre sí y tan diversas como las Tierras Altas de Chiapas y Guatemala, el Petén, la Península de Yucatán, la costa del Pacífico y Centroamérica, Veracruz, la Cuenca de México, el norte y occidente de México, y en menor medida, en Oaxaca, el Valle de Puebla-Tlaxcala y Guerrero.

Este es un tema que ha interesado mucho, dado que los yacimientos de este tipo de barro sólo se encuentran, según las investigaciones arqueológicas, en la zona del Soconusco y allende las fronteras de México, en El Salvador. Al parecer existía una amplia demanda por estas vasijas consideradas como bienes de lujo. Esta amplia distribución habla del gran aprecio por esta cerámica, de las largas rutas, del complejo entramado comercial y del flujo de mercancías por Mesoamérica, que se dio sobre todo en el  Posclásico temprano, época de esplendor de la cultura tolteca.

La presencia de estas vasijas está asociada con las rutas de comercio y con la intrusión de grupos toltecas hacia esas zonas, quienes las controlaban. Se han encontrado productos que se comercializaban, como cobre, sal, plumas, pieles, obsidiana, oro, jade, asociados a la cerámica plomiza.

Se sabe que grupos toltecas emigraron a tierras mayas, hacia Tabasco, la Península de Yucatán, la zona del Petén, las Tierras Altas de Guatemala hasta Nicaragua, grupos conocidos como pipiles, chorotega y nicaraos que dicen descender de los toltecas.

En el mercado de materias primas y bienes de lujo entre el Golfo de México y el Altiplano, Tula debió de tener un papel muy importante, ya que se ha encontrado en mayor abundancia, dentro del Altiplano, este tipo de cerámica llamada Tohil Plomiza.

Los restos materiales son expresiones culturales de sociedades que vivieron en el pasado; el conocimiento de su distribución espacial y temporal ha sido usado para explicar cambios en el desarrollo cultural de los pueblos. Estas evidencias culturales son más importantes para conocer el pasado de los pueblos, cuanta menos información documental se tenga sobre ellos.

Obras de la sala

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