Consideramos la hipótesis más firme que las obras de lapidaria de la tradición conocida como Mezcala tuvieron en su inmensa mayoría, si no es que en su totalidad, un uso funerario. Formaban un ajuar e iban junto a las ofrendas, pero no eran ofrendas propiamente dichas; eran evocaciones plásticas de la vida, y debían acompañar al difunto cuya alma estaba viajando. Las figuras antropomorfas son las más comunes en el repertorio Mezcala; parecen haber representado a los difuntos mismos y a sus familiares. Algo muy semejante ocurrió en la tradición de las Tumbas de tiro, salvo que allí se utilizó la cerámica para dar vida a personajes y escenas, y en la tradición Mezcala sólo la piedra.
Los criterios generales de la figura humana Mezcala son: abstracción geometrizante, simetría, rostros poligonales, escasa definición de detalles corporales como las orejas, trazos generales para el rostro sin contornos de expresión, etcétera; estos criterios se mantuvieron para un tipo de figura mucho más escasa que es la de individuos sentados.
Dentro del pequeño grupo de figuras sedentes pertenecientes a la colección del Museo Amparo, también observamos las variaciones propias del corpus general. Esta pieza muestra un corte entre las piernas, muy típico, producido por un efecto de lima o segueta con el auxilio de una cuerda tensa.
Esta pieza, junto con la marcada con el registro 447, muestran a individuos con las piernas recogidas que se sujetan las rodillas, una de las posturas típicas de los soberanos representados en los códices. Curiosamente, los ojos de ambas figuras se realizaron perforando pequeños círculos con un taladro, que no es lo más común para las piezas Mezcala.
Es probable que estas figuras sentadas o reclinadas representen a personajes de alto rango; quizá sean imágenes asociadas con los propios difuntos enterrados en tumbas de mayor jerarquía. A favor de esta posibilidad estarían el escaso número de piezas sentadas en comparación con la enorme cantidad de piezas de pie, y la coincidencia de la postura al sentarse con representaciones pictográficas de personas de autoridad en los códices.
Consideramos la hipótesis más firme que las obras de lapidaria de la tradición conocida como Mezcala tuvieron en su inmensa mayoría, si no es que en su totalidad, un uso funerario. Formaban un ajuar e iban junto a las ofrendas, pero no eran ofrendas propiamente dichas; eran evocaciones plásticas de la vida, y debían acompañar al difunto cuya alma estaba viajando. Las figuras antropomorfas son las más comunes en el repertorio Mezcala; parecen haber representado a los difuntos mismos y a sus familiares. Algo muy semejante ocurrió en la tradición de las Tumbas de tiro, salvo que allí se utilizó la cerámica para dar vida a personajes y escenas, y en la tradición Mezcala sólo la piedra.