Uno de los rasgos distintivos de la cultura olmeca y, a menudo, el que prevalece en la visión que se tiene del arte y de los sitios olmecas, es la elaboración de esculturas con forma de cabeza, de trazo naturalista y con bastante expresión. Las más célebres son cabezas colosales, de varias toneladas, que se esculpieron en los sitios olmecas de la Costa del Golfo, como San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes. Pero en el mismo período se hicieron esculturas de menor tamaño en la Costa de Guatemala y Chiapas, y se ha detectado al menos una en Teopantecuanitlán, Guerrero.
Esta cabeza corresponde estilísticamente con el repertorio de las cabezas olmecas. A pesar de su tamaño menor -unas tres veces el tamaño natural de una cabeza-, se trata de la misma idea, representar exclusivamente el bulto de la cabeza, sin cuello ni indicio de otra parte del cuerpo. Por sus dimensiones se acerca a los ejemplares de la costa del Pacífico y al que fue hallado en Teopantecuanitlán; y formalmente está más cerca del ejemplar de Guerrero.
El rostro guarda características de filiación olmeca a pesar de que su ejecución es atípica: por ejemplo, apreciamos unos labios bastante gruesos pero excesivamente prominentes y de ejecución más imprecisa de lo que estamos acostumbrados a ver en las figuras de la Costa del Golfo.
Sin embargo, esta pieza conserva un rasgo que vemos en algunas de las cabezas colosales y también en la escultura del enano que presenta una ofrenda, en La Venta; se trata de la franja sobre la cabeza, que parece empezar en la nuca y terminar en la frente, y que podría coincidir con un tocado o cierto tipo de casco.
Sobre la función de estas cabezas, la hipótesis más firme sugiere que se trataba de un homenaje a los soberanos muertos. Y quizá formaba parte del culto que se les rendía como nuevas divinidades. Se ha demostrado que al menos algunas de las cabezas de los sitios del Golfo fueron originalmente tronos, modificados tras la muerte de los soberanos para darles las forma de cabeza y realizar así sus retratos. No puede haber sido el caso de esta cabeza, a menos que se tratara de un trono muy pequeño, prácticamente un banco. Por la forma en que se integraron las colecciones que hoy custodia el Museo Amparo, la procedencia del Balsas medio parece bastante factible.
Uno de los rasgos distintivos de la cultura olmeca y, a menudo, el que prevalece en la visión que se tiene del arte y de los sitios olmecas, es la elaboración de esculturas con forma de cabeza, de trazo naturalista y con bastante expresión. Las más célebres son cabezas colosales, de varias toneladas, que se esculpieron en los sitios olmecas de la Costa del Golfo, como San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes. Pero en el mismo período se hicieron esculturas de menor tamaño en la Costa de Guatemala y Chiapas, y se ha detectado al menos una en Teopantecuanitlán, Guerrero.