Mónica Mayer es una de las figuras más importantes del arte feminista latinoamericano. Desde los años setenta, desarrolla de manera constante una práctica comprometida con los movimientos de mujeres, a la vez que explora diversos lenguajes de las artes visuales y de los activismos feministas. En 1978 ingresa al Feminist Studio Workshop (FSW) de Los Ángeles dentro del programa de dos años que organiza el Woman’s Building. Allí estudia la metodología educativa feminista de la mano de sus maestras Suzanne Lacy y Leslie Labowitz, la cual emplea en los talleres que organiza al regresar a México.
Muchas de sus obras tienen características colectivas y procesales, es decir, Mayer acentúa la importancia de propuestas grupales cuyas acciones modifiquen la realidad, más allá de que puedan dar como resultado piezas artísticas. Además, en varias ocasiones son el resultado de sus talleres, en los que pone en práctica los ejercicios tomados de “los grupos de concienciación” o “pequeños grupos” feministas. Sus trabajos plantean fricciones a lo comúnmente entendido por obra de arte, cuestionan el proceso creativo como una tarea individual y la construcción de la/el artista como creador/a solitaria/o, a la vez que critica al sistema excluyente del arte empleando el humor como herramienta disruptiva.
En el Museo Amparo, la obra de Mónica Mayer se presentó en las exposiciones Arte no es vida. Acciones por artistas de las Américas, 1960-2000 (2009) y Polvo de Gallina Negra: Mal de ojo y otras recetas feministas (2022).
Actualizado: 26 de agosto de 2024