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La flor y el canto. Cinco pintores contemporáneos. María José Rodríguez, Antonio Hernández Valdés, José Luis Velázquez, Sergio Kopeliovich y Gerardo Olhovich

12 de septiembre de 1996 - 21 de octubre de 1996
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La flor y el canto. Cinco pintores contemporáneos. María José Rodríguez, Antonio Hernández Valdés, José Luis Velázquez, Sergio Kopeliovich y Gerardo Olhovich

Hermoso por demás es el título de esta exposición: La flor y el canto en cinco pintores contemporáneos, los cuales se intentan en los universos del color y la forma, con la esperanza del hallazgo en su expresión plástica. Los cinco artistas plásticos se ubican dentro de los espacios de la búsqueda y no cejan en proponer lo mismo fórmulas que convenciones para animar sus propuestas. Su inconformidad radica en su oposición hacia lo establecido convencional, hacia lo inexacto tradicionalista más revelador de paisajes externos que de mundos internos capaces de contener lo irresoluble intemporal de las exigencias humanas.

En María José Rodríguez se advierten los estados de la creatividad reproduciendo, a su personal manera de interpretación, los estados todos de la naturaleza, y adoptar tiempos y espacios perfectos capaces de ser reproducidos, expresados, reinventados por el pincel inquieto de la artista. Su obra presentada parece contener una relación estable de casualidad, de continuidad inherente al curso de la vida. Una y otra de sus experiencias se corresponden entre sí demostrándonos que la creación estética conlleva un grande amor a la vida.

La obra de Antonio Hernández Valdés corre acorde con la amenidad del paisaje expresado como naturalista complejo del entorno. Acude a la acuarela en cuanta esta técnica le ofrece la movilidad del líquido colorante para interpretar lo mismo imágenes urbanas que rurales. Arquitectura del paisaje que juega con la luz sin mayor exigencia a quien la mira.

José Luis Velázquez propone sus trabajos con la validez de quien se haya al encuentro de una manera de ser y estar en la pintura, descubriendo palabras y formas de renovadora significación.

Especie de realismo mágico que acude a la forma fragmentada -lo humano desintegrador e integrante- para fijar un lenguaje en el que se halla a gusto, proponiendo su personalísima manera de entender la plástica, en base a la fragmentación plural de los conceptos. Fragmentación como propuesta para integrar objetos-sujetos que la contemporaneidad fácilmente identifica.

Esta trilogía de pintores poblanos encuentra su afortunada réplica en dos creadores que el público de México fácilmente reconoce: Sergio Kopeliovich y Gerardo Olhovich. Del primero, que se califica a sí mismo como figurantista realista, podemos decir que nos atrapa en su interpretación de los niños indígenas de México: esas expresiones lo mismo inocentes que profundas, igual costumbristas que universales evidenciadas en colores, vestimentas y arquitecturas lugareñas que son verdaderamente celebraciones en el ojo avizor del artista, que se vuelven elocuentes y reveladoras de un espíritu ancestral, lo mexicano precolombino de genuina belleza y arrebatadora espiritualidad.

Parte fundamental del trabajo de Sergio Kopeliovich es el que aplica con los niños para provocar en ellos la expresión, la manifestación lúdica de su mundo interior; cómo a través del juego infantil con los colores, sus luces y sus formas los lleva a nociones tan cercanas y lejanas a ellos del mundo exterior que los rodea. En su trabajo con los niños, Sergio es uno más de ellos aleteando y revoloteando, lo mismo en secciones áureas al alcance de la mano creativa de los niños, que a cualquier ubicación personalísima -quadri ripostati- que se apodera de nosotros para no soltarnos jamás en el recuerdo.

De Gerardo Olhovich podríamos afirmar que nos fascina su ocupación en el pretérito imperfecto cuyo tratamiento pretende comunicarnos esas “Presencia ausentes, con cierto vacío y nostalgia, donde el que se observa se convierte en el sujeto de la obra observada”, para decirlo con sus propias palabras; esteta por naturaleza propia desarrolla su personalísima estética para que sus cuadros se manifiesten como planos de nuestro biombo interior -para los que hemos rebasado la edad del artista poeta- o de aquel otro biombo externo que propone a la juventud como lo nuevo permanente, como lo definitivamente atractivo y seductor, de las adolescencias fatigadas o en la flor de la edad.


María José Rodríguez, Antonio Hernández Valdés, José Luis Velázquez, Sergio Kopeliovich y Gerardo Olhovich l Artistas

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