Exposiciones

Martha Chapa. Manzana infinita

09 de julio de 1993 - 22 de julio de 1993
Colecciones

Martha Chapa. Manzana infinita

Los mundos de Martha Chapa ―sus colores, sus texturas, sus perfiles― no sólo trazan amores y ensueños, también dividen en las luces como si la presencia de lo ignoto se acercara a nuestras pupilas. Va por la manzana como quien va por el mundo; la viste de todos los deseos, la desnuda, la pasa por agua, le arregla una falda de cristal, le acomoda un talle de pensamientos afilados. Nada escapa a los laberintos de su imaginación. Recoge fragmentos del fruto prohibido para abrir las más insospechadas ventanas de la fantasía. Va de las dos mitades a la oquedad más atractiva; se detiene en la piel con sus secretos paralelos, con el misterio de sus curvas, con el fulgor de sus cinturones de lluvias. Ondula, canta, se abre, se cierra, arde, se envuelve, siempre rutilante, dueña del aire, en un camino hacia la región primera. Conoce de arquitecturas como quien teje seres inmateriales.

El fruto es su cadena corporal; ahí está la clave: de tierra firme se prepara para las eminencias superiores; de la naturaleza muerta surgen las sombras fugitivas, las piedras, la luz en plenitud. El objeto adquiere mil texturas y mil colores: se refucia desnudo en un largo sueño; se olvida de sí mismo, acompañado de una rosa, de un gato, de una luna, de una virgen, de la balanza de la vida. El eterno fruto se vuelve “amor es laberinto”; y como si algo le sucediera a la vida, la artista se recrea una y otra vez, vuelve el eterno retonro, y se suma a los elegidos.

De lo cotidiano descubres el fruto divino, amante asombroso. Mil veces cada día, Martha Chapa va por la manzana como quien va por el mundo. Así se adueña de la vida, del arte más profundo.


Martha Chapa l Artista

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