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Diego Rivera. Obra de caballete
¿En dónde está Diego…?
…los muros desfilan con palabras murales. Juan Ruiz de Alarcón escribió, y las paredes oyen, Diego pinta, y las paredes hablan. Es el lenguaje del corazón en la mano y del color en el ojo invisible de los pinceles, en el agua purificada de los extractos minerales… en el Tehuantepec la fiesta es un congreso de flores y de trajes en bandadas de colores. Los hombres blanquean modestamente en el salón de pájaros que bailan, y allí está Diego.
…pero allá, a los mineros se les traga el túnel odioso, los héroes subterráneos cuya vida me duele en todo el mundo. Cuando salen de la mina de oro, el extranjero los esculca, humillándolos vorazmente hasta el último instante. Allí está Diego…pero acá blanquean los campesinos recibiendo los testimonios de sus parcelas que les arrebató la negrura del latifundio. La palma los corona humildemente hecha horizonte de sombreros. El maíz, origen de prodigiosas culturas, se bebe lento en el atole y se come ancho en la tortilla. En todo el campo campesino, Diego está.
…y siete siglos de historia se narran de un golpe en el cubo enorme de una escapera antigua. Una ráfaga de plumas mitológicas. Un ruido de armaduras brutalmente humanizadas, el costosísimo terciopelo virreinal, la gloriosa florecita franciscana, la tempestad de los curas inmortales, las pecas de Iturbide, la pierna que costó dos millones de kilómetros cuadrados, la sangre jovencita de Chapultepec, la aristocracia destruida, el rubio muerto y la princesa en tinieblas, Juárez impasible y dinámico, el precio treintañero del dos de abril, el grito de Cananea, Madero pequeñito y gigantesco, el largo actual de afirmaciones y esperanzas y mentiras. Vasconcelos genial, libros, los muros entregados, las paredes hablan. Ahí está Diego.
Es como una bandera desplegada sobre el mar. Es el gran discurso plástico, la montaña de trabajo, el verbo mural, el caudillo de los colores, el color hecho palabra, el poema construido con estrofas humanas.
Diego Rivera, en el ciclo de Acapulco, subrayado por el mar, aquí termina tu obra. Pero siempre comenzaste para siempre.
…y los alcatraces vuelan y se hacen flores en tus manos de Nación entera.
Carlos Pellicer
Exekatlkalli, Acapulco, noviembre 1958.
Diego Rivera l Artista