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Roberto Cortázar. Saturno en el mundo de los parricidas
Mucho se ha dicho y mucho más podría decirse sobre las hermosas contradicciones que revelan estas obras de Cortázar, sin duda uno de los pintores más finos e inquietantes del México de hoy. La contradicción, de hecho, está planteada de origen: temeroso de que sus hijos lo mataran, Saturno decidió comérselos, pero al hacerlo, al terminar con su descendencia, ¿no le había puesto término a la vez a su propia paternidad? ¿No era Saturno el parricida de sí mismo?
Cortázar nos deja entrever una serie de posibles respuestas. Y justo es decir “entrever” y no simplemente “ver”, porque las contestaciones no serán dadas y deben ser descubiertas. Pocos artistas demandan tan intensamente como Cortázar la participación del espectador. En sus cuadros hay ventanas, o si se prefiere pinceladas, a través de las cuales es posible imaginar la realidad, o llegar a creer que atrás de la superficie de la tela hay una realidad más real que no nos es posible captar por completo, pero que sin duda está ahí, dolorosa y dolida.
Nada es tan grato para un museo como abrir caminos, sobre todo si llegan a servir para que los visitantes se descubran a sí mismos al verse en las incógnitas, en los súbitos hallazgos, en los fragmentos de una realidad imaginada por uno de los grandes pintores mexicanos de nuestro tiempo.
Roberto Cortázar l Artista