Exposiciones

Trinidad Osorio. De colores

08 de abril de 2000 - 30 de abril de 2000
Colecciones

Trinidad Osorio. De colores

Hay veces que el color es todo lo que requiere la alegría. Con eso le basta para recuperar la inocencia de la infancia e inaugurar la primavera.

Quizá el encanto de los cuadros de Trinidad Osorio está precisamente en eso, en que después de verlos el mundo sabe tan dulce y vuelve a ser tan limpio y jubiloso como lo era en nuestra infancia.

A primera vista se diría, también, que sus óleos son por sí mismos inocentes y se antoja creer que todo en ellos está dado, abierto y declarado de antemano: las piñas lucen recién cortadas; las flores despliegan el color de su apogeo y el mundo entero es un jardín; el niño ángel cabalga sobre un domado demonio de cartón; es fresca la sandía, y el más humilde puesto de flores estalla en el arcoíris del paraíso original.

Osorio sabe que en el mundo hay tristezas y crueldades, pero está empeñado en recordarnos ―jubilosamente― que también hay muchas otras cosas, y que en cada cuadro suyo insiste en hacérnoslas ver, en obligarnos a entender que es posible ver o vivir de otra manera y depende de nosotros, sólo de nosotros, lograr que una sonrisa, una flor, un niño consigan derrotar a la tragedia.

Al igual que ocurre con todo gran artista, a Trinidad Osorio no le basta con que veamos sus cuadros. Lo que quiere, en verdad, es enseñarnos a ver el mundo de otra manera. Su sabiduría está en que no pretende que lo veamos como él lo ve, sino abrirnos un camino para que nos sea posible recuperar la inocencia. Lo que intenta es que volvamos a ver el mundo como lo vivimos originalmente cada uno de nosotros, cada quién desde los ojos de su propia infancia. Su enseñanza no puede ser más simple: si tenemos el valor necesario para recuperar la inocencia descubriremos, otra vez, que la alegría es color y basta una sonrisa para empezar, cada día, con una nueva primavera.


Trinidad Osorio l Artista

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